­A pesar de la crisis económica y de los recortes en investigación, que tanta repercusión negativa y tanto lastre han ocasionado al sistema universitario español, la Universidad de Málaga no se ha quedado parada ni de brazos cruzados y ha conseguido mejorar y ampliar el equipamiento científico y las infraestructuras con una importante inyección económica que supera los 15 millones de euros, procedente, en su mayor parte, de los Fondos Europeos de Desarrollo Regional (Feder) en las distintas convocatorias que han tenido lugar desde 2010.

En estos últimos días se han venido publicando en el Boletín Oficial del Estado (BOE) varias resoluciones del Rectorado de la Universidad de Málaga que sacan a concurso público el suministro, la instalación y la puesta en marcha de equipamiento cofinanciado por los Feder.

Así, por ejemplo en el BOE han salido publicadas las siguientes resoluciones para la adquisición de un sistema de barrido confocal, por valor de 181.500 euros; de un sistema de amplificación paramétrico sintonizable y multiplicador de frecuencia, con un presupuesto total de 249.785 euros; de un equipo de prototipado rápido basado en técnicas de estereoitografía, por 211.750 euros; un módulo de microscopio para reómetro Haake Mars, por 57.481 euros; un equipo de presión superficial simultánea en modelos a escala, apto para túnel de viento (50.077 euros); un sistema de amplificación paramétrico sintonizable y multiplicador de frecuencia, con un importe total de 249.785,14 euros; o un nuevo sistema de Espectrometría Gamma con detector de germanio intrínseco de alta pureza (HPGE) para el Área de Instalación Radiactiva de la Universidad de Málaga, 107.085 euros.

«Continuamente estoy firmando los procesos de contratación», señala la vicerrectora de Investigación de la institución académica, María Valpuesta, quien informa de que todo este equipamiento procede de las convocatorias que cada dos años celebran tanto el Ministerio de Economía y Competitividad como la Junta de Andalucía desde 2010.

Los citados son solo unos ejemplos. «Las universidades optan con un criterio principal para los servicios centrales de apoyo a la investigación», insiste. Son además programas plurianuales, es decir, que este equipamiento puede adquirirse hasta tres o cuatro años después de haber sido concedido, de ahí que aún hoy se estén comprando materiales ganados en la convocatoria de 2012.

Porque también depende de la disponibilidad económica de cada universidad. Como explica Valpuesta, Feder financia el 80% del valor de los nuevos equipos y la Universidad tiene que hacerse cargo del 20% restante. Es decir, que de estos 15 millones inyectados al SCAI (Servicios Centrales de Apoyo a la Investigación de la Universidad de Málaga) y al edificio de Bioinnovación, fundamentalmente, la Universidad ha aportado tres millones de euros, «haciendo un importante esfuerzo presupuestario», asegura Valpuesta, en unos años en los que la UMA no estaba para excesivas florituras económicas.

«Perfectamente dotada»

Todo ello permite afirmar que «la Universidad de Málaga está perfectamente dotada de equipamiento», presume. «Hay equipamiento con más capacidad, que permite un procesamiento de datos de una manera más eficiente, y del tipo de muestra que se puede analizar».

Pero el dinero de Feder no llega caído del cielo, ya que los proyectos han de estar «perfectamente justificados» y se obtienen siguiendo un principio de competitividad. Es decir, que si los consigue la UMA, es porque presenta mejores proyectos que las otras. Y son equipos a los que tienen acceso todos los investigadores de la Universidad, es decir, que son de uso común. «Son subvenciones regladas porque salen periódicamente y sabemos cuándo tenemos que presentar los proyectos», concluye.