­Otro año más, y ya llega a las dos décadas, Málaga acoge a niños saharauis. Son 19 los pequeños que este año tomaron la maleta y encaminaron sus pasos hacia la capital de la Costa del Sol. Muchos repiten, como máximo pueden venir cinco años, hasta que tengan 13. No sólo repiten los niños, algunos «padres» llevan varias décadas acogiendo a pequeños en sus casas de manera altruista. Pero esos cinco años los disfrutan y les reconforta. Esta cifra es sólo de la capital, pero casi un centenar llegan a todos los rincones de la provincia. El objetivo es que los pequeños salgan del exilio, en un campamento de refugiados en el que están obligados a vivir desde hace más de cuarenta años.

El alcalde, Francisco de la Torre, les recibió ayer junto a sus familias, aunque sean de acogida. En el Salón de los Espejos los pequeños correteaban, algunos con tintes de convertirse en el nuevo Amrabat, y no dudaban en mostrar su cariño a sus familiares. «Mamá» y «papá» eran dos palabras muy repetidas con ese acento tan singular. Ellos saben que sus padres están en el Sáhara, pero encuentran el cariño suficiente en Málaga como para tener por unos días cuatro progenitores.

El regidor municipal destacó la importancia que tiene para este grupo de 19 pequeños el llegar a tierras malagueñas. «Una de las cosas positivas es que se les saca de la difícil vida que tienen y también que el difícil clima del Sáhara se suaviza cuando llegan a la ciudad», destacó el alcalde.

«Los niños disfrutan de tres comidas al día, algo que en su lugar de origen no suele pasar», señaló Isabel González, de la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui. «Este programa hace que los niños, aunque sean unos pocos meses al año, tengan el mismo nivel de vida que los niños malagueños», afirmó González.

También tomó parte en la recepción municipal el delegado de Andalucía del Pueblo Saharaui, Abdalá Jalil. Durante su estancia en Málaga, ampliarán y complementarán su educación, se mejorará su calidad de vida, en cuanto a la sanidad y la alimentación, y «conocerán el mar, del que han estado privados desde que nacieron y respirarán un aire de libertad y democracia», según apuntó Jalil. También agradeció la labor de las familias, que acogen a los menores aunque «cuesta llegar a fin de mes».

El delegado también tuvo palabras para el Gobierno central. Pidió que el Ejecutivo español «sea cual sea el de turno, haga algo por nuestro pueblo». «España como institución se debe implicar en la ayuda a nuestros vecinos porque también España es culpable del problema que tenemos en el Sáhara», aseguró Jalil en presencia de los pequeños y sus familias, entre los que también se encuentran niños españoles que disfrutan igual que los saharauis. Los pequeños que vienen aprenden el español y también estas particulares vacaciones sirven para que sus «hermanos» españoles aprendan el árabe y el francés en algunos casos.