­Una gran cantidad de restaurantes de Málaga y provincia cuentan en sus cartas con platos típicos de la tierra como el ajoblanco, el gazpachuelo, el arroz caldoso a la malagueña o la cazuela de rape. Muchos también podrán ofrecer a su clientela un vino de la Serranía de Ronda o un bienmesabe para el postre, pero no todos dispondrán de la distinción de calidad «Sabor a Málaga».

Ayer, en el restaurante Strachan se presentó la primera carta-recetario en la que se dan la mano cocina, salud y productos de kilómetro cero.

Para Vicente Martínez, dueño del establecimiento, la presentación más que una carta «es un proyecto», un tándem entre cocina tradicional, nutrición y salud porque a través de la gastronomía también se conoce la historia de Málaga. Martínez, además de dedicarse a la restauración, es licenciado en Farmacia y especializado en Nutrición. Uno de sus objetivos de ofrecer una carta sana se hace patente con esta nueva minuta, en la que asegura que cada plato no tiene más de 600 kilocalorías.

La nueva carta-recetario también informa del valor nutricional de cada plato y de si son aptos o no para personas con alergias o celíacos.

Por su parte, Fernando Rueda, experto en gastronomía y fundador de Gastroarte, hizo hincapié en la necesidad de que los productos malagueños de calidad tengan su reconocimiento.

El menú estuvo respaldado institucionalmente por Julio Andrade, concejal de Turismo; Arturo Bernal, gerente de Turismo Costa del Sol de la Diputación, y Leonor García-Agua, directora de Sabor a Málaga. Todos coincidieron en que hay que impulsar la cocina local sana y elaborada con productos de la tierra.

Impulso para el turismo

De manera paulatina, la gastronomía se está convirtiendo en un valor añadido para el turismo, un elemento diferenciador que siempre ha estado ahí pero que no ha comenzado a explotarse hasta hace relativamente poco tiempo.

Según Fernando Rueda, «antes la cocina tradicional parecía vulgar», pero ahora los turistas quieren conocer la ciudad también a través de su gastronomía.