­Corría el año 2004, cuando en el humilde municipio barcelonés de Sant Cugat del Vallés se localizó a un chupóptero con más fiereza y sed de sangre que el mosquito común. Al principio la gente no le prestó demasiada atención, pero, con el tiempo el insecto llegó a ser un verdadero lastre, gracias a la inyección de su singular veneno, combinado con su progresiva extensión por la Península Ibérica. Con unas patas ralladas de blanco a modo de característica definitoria, hablamos del temible, del inconfundible, del implacable, mosquito tigre.

Su peculiar método de caza combina una técnica de difícil percepción para el humano común, basada en un vuelo a ras del suelo, coordinado con un silencio y agilidad pasmosos, que provocarán ante descuido, una hinchazón no del todo agradable: «Pica tobillos y pica pies, es muy discreto de forma que aparece la picadura, y no hemos visto nada» agrega Roger Eritja, director técnico del servicio de control de mosquitos de Baix de Llobregat.

Y es que, la picadura puede presentar severas complicaciones, con síntomas como enrojecimiento de la piel, prurito, inflamación y dolor.

Además, al ser una especie relativamente nueva, las reacciones alérgicas suelen ser más comunes.

Y no solo eso, sino que también el mosquito es portador de la llamada Chikunguña, enfermedad distinguida por una fase febril aguda que dura entre 2 y 5 días, seguida de diversos dolores articulatorios: «Hay una epidemia en el Caribe con muchos casos y llegan pacientes a España y si hay uno en periodo infectivo y le pica, hay una pequeña probabilidad de que se produzca una epidemia local en el país» defiende Eritja.

El insecto hace del agua su elemento predilecto, así las hembras cada vez que toman sangre, genera una puesta de alrededor de 80 huevos en zonas húmedas o acuosas, y vuelve a picar en un proceso cíclico, posibilitando una reproducción masiva, que concluye con la muerte de la madre.

A pesar de que el mosquito se localizara por primera vez en Barcelona, cada vez se encuentra más extendido en el país, hasta el punto de que ya se ha localizado por toda la zona mediterránea, llegando a introducirse en Málaga, si bien no al mismo nivel que la zona litoral de Cataluña o la Comunidad Valenciana.

Sin embargo, correspondió al azar el colocarlo en el noreste de España, pues cualquier zona era susceptible de atraerlo, teniendo en cuenta de que se transporta gracias al comercio humano, según Roger Eritja, «Es una especie invasora que aprovecha el tráfico de mercancías. Los huevos y las larvas se desplazan, o bien en cargamentos de mercancías, como camiones cargados de neumáticos usados por ejemplo o bien los adultos, que se desplazan dentro de los automóviles».

Una de las peculiaridades que definen al chupasangre estriba en que es diurno, pues su actividad se centra en periodos que abarcan desde la puesta a la marcha del sol, mientras que, por la noche, decide buscar cobijo entre matorrales.

La alarma social que el mosquito suscitó en Cataluña, ha desembocado en la creación de una aplicación móvil particular para el protagonista. Así, con el nombre de Tigratrapp, los ciudadanos pueden avisar de los distintos sitios donde se ha visualizado al insecto, en post de un mejor estudio de esta especie, por parte de los investigadores.