El proyecto que presentó Raquel a los premios Spin Off que cada año organiza la UMA se llama 3D Málaga, una empresa que gestiona ella sola y que se dedica al diseño industrial y al desarrollo de productos de diferentes ámbitos con impresoras en tres dimensiones. Contará con 6.000 euros y con la oportunidad de instalarse durante un año en las preincubadoras de empresas de la Universidad en el Parque Tecnológico de Andalucía, del mismo modo que podrá hacer uso, entre otras cosas, de un despacho de trabajo, línea de teléfono, internet y salas de reuniones y de formación.

Sonriente y alegre, Raquel acude a su cita con La Opinión pocos días después de recibir su premio, cuyo gran momento aún recuerda: «Sentí muchos nervios y unas ganas de llorar enormes».

Casualmente, a estos premios se presentó «en el último momento». «Pensé que no perdía nada con ello, ya que tenía el plan de empresa hecho. Además llevaba tiempo queriendo presentarme», comenta.

Natural de Alhaurín de la Torre, la ganadora del premio, patrocinado por la Cámara de Comercio de Málaga, llegó a residir en Madrid, donde comenzó a estudiar la carrera de Ingeniería de Montes, algo a lo que no estaba destinada: «Me di cuenta de que lo mio era el diseño industrial cuando empecé la carrera. Al principio nos hicieron unas preguntas y yo respondía todo lo contrario al resto del grupo. Así que decidí cambiar de grado y regresar a Málaga, aún teniendo la posibilidad de hacerlo allí, pero es que la echaba mucho de menos».

Con 3D Málaga, Raquel explica que lo que trata es de abrir un canal para ofrecer sus servicios a empresas que necesiten diseñadores industriales pero que «no se puedan permitir tenerme en plantilla». «Cuando quieran desarrollar algo me llaman y me cuentan su idea, yo le llevo varios diseños y prototipos y me pongo manos a la obra. Es beneficioso para ambas partes», explica.

Consciente de la importancia de complementar su formación para ser más competitiva en el sector, Raquel comenta: «Es cierto que hago muchos cursos. Este año terminé en diciembre y no sabía lo que iba a hacer, el proyecto era mi prioridad. Ahora estoy estudiando inglés y francés (B2 y B1) porque me parce esencial el hecho de saber idiomas». A la hora de dar consejos a aquellos que están pensando en emprender, también lo tiene claro: «Lo que les digo es que si son valientes y creen en su proyecto que se lancen a la piscina. En mi caso fue mi padre el que me lanzó. Yo siempre tuve mis dudas, pero al final me convenció. Realmente mi inversión no ha sido tan elevada (un ordenador y una impresora, que me costó unos 500 euros), pero eso es algo que voy a tener siempre porque el diseño industrial es mi pasión».

Su iniciativa, elegida entre los 64 proyectos presentados

El objetivo de los premios Spin Off no es otro que promover la constitución de nuevas empresas innovadoras e impulsar la actividad emprendedora de los universitarios malagueños, siempre dentro de las áreas de la Tecnología de la Información y la Comunicación, de las Tecnologías de la Producción, las Humanidades o de la Biotecnología, entre otras ramas. La propuesta presentada por esta malagueña nacida en Alhaurín el Grande, cuyo plan de empresa lo desarrolló con el Centro Andaluz de Desarrollo Empresarial de Coín, fue el mayor de los 14 premios entregados. El suyo, patrocinado por la Cámara de Comercio de Málaga, conlleva una dotación económica de 6.000 euros, además de otras múltiples ventajas como la disposición durante 12 meses de un espacio de coworking en el que podrá desarrollar de manera más productiva sus ideas.