La indignación es la expresión de la rabia, un sentimiento que surge como consecuencia de determinados actos realizados por algo o alguien. En el caso de un importante número de vecinos de El Palo, la indignación se produce ante la falta de actuación por parte de los organismos competentes. «Ni se limpia ni se re realizan labores de mantenimiento en una de las zonas con mayor foco de atracción turística de Málaga», denuncia Estefanía Martín Palop, concejala del PSOE que ayer estuvo atendiendo las quejas de los ciudadanos.

La realidad que manifiestan estos vecinos es fácilmente palpable; basta con caminar por el paseo marítimo de este distrito malagueño para observar los numerosos desperfectos y falta de limpieza en muchas de sus franjas «A nuestras playas y a nuestros restaurantes y chiringuitos viene gente de todas partes», señala Juan, uno de los hosteleros del lugar, que insiste en la «mugre» del suelo y en que hay «muy pocas pasarelas» que lleguen hasta la orilla, lo que «molesta a la gente».

«No se nos permite tener luz, agua ni frigoríficos a pie de playa, pero en cambio se nos sanciona si no cumplimos exhaustivamente con otras muchas obligaciones en el interior del restaurante. ¿Acaso no importan las condiciones de higiene del exterior?», reflexiona.

En concreto, es el tramo que va desde el arroyo de Gálica hasta el final del paseo el que «más abandonado está», comenta Rafael Caparrós, portavoz de estas pequeñas asociaciones de vecinos.

En ese último punto se encuentra uno de los restaurantes más famosos de la provincia. Su dueño, al que todos conocen como Nono, lamenta la situación que hizo colmar el vaso de la paciencia: «En 2013 se hizo una modificación del callejero fiscal, y se decidió colocar a El Palo al mismo nivel que la calle Larios, lo que disparó -entre otras cosas- el precio del metro cuadrado para las terrazas». «De unos 36 euros por metro cuadrado se ha pasado a pagar 70. Ahora me piden 96.000 euros al año, y después de 35 años aquí me veo obligado a quitar toldos porque te cobran cada metro cuadrado que ocupes de suelo y de techo», explica.

«A mí me da pena el barrio del que vivo», confiesa Luis, otro dueño de chiringuito que quiso transmitir su irritación de la siguiente manera: «Yo me enteré de la subida de impuestos en el mes de julio y por carta. Fui a protestar y nadie me echó cuenta, por lo que denuncié. El problema es que la asociación de hosteleros de Málaga nunca se ha involucrado con este tema».

Completan la lista de quejas de estos vecinos la falta de higiene en los baños públicos de la playa -que además de ser escasos solo están abiertos de once de la mañana a ocho de la tarde-, los pocos puntos de acceso a la playa para personas con discapacidad, el mal acondicionamiento del campo de fútbol playa instalado al final del paseo o la necesidad de arreglar los desperfectos de los puentes ubicados en los arroyos de Gálica y Jaboneros. Sobre este último los vecinos apuntan que cuando se estropea un foco luminoso «se tapa con cemento». en lugar de reponer la bombilla.