­El 26 de abril de 1986 el reactor número 4 de la central nuclear de Chernobyl explotó provocando el fallecimiento de 31 personas y la posterior reubicación más de 200.000. A partir de ese día, la situación de la población se agravó enormemente y las malas condiciones sociales, ambientales y sanitarias se mantienen hasta hoy. Con unas consecuencias 200 veces más graves que las de las bombas de Hiroshima y Nagasaki, casi treinta años después, los niños que nacidos en las zonas afectadas siguen padeciendo enfermedades como consecuencia de vivir en un territorio contaminado.

Desde hace varios veranos, la asociación «La sonrisa de un niño» organiza la acogida de una veintena de niños del sur de la República de Belarús, una de las zonas más contaminadas del país.

Familias solidarias. Estebina Martos, presidenta de la asociación, destacó ayer en el Ayuntamiento la ilusión con la que los niños llegan a la provincia, y que incluso hay pequeños que de un año para otro recuerdan las actividades que realizaron.

Como novedad este año, Martos señaló la colaboración de los centros clínicos Baviera y Gross para realizar a los niños revisiones oftalmológicas y dentales.

Gracias al esfuerzo que hacen las familias malagueñas de varias localidades y al trabajo de la asociación se consigue que, durante un par de meses, los jóvenes disfruten de numerosas actividades como visitas culturales y de ocio por Málaga y la provincia.

Asimismo, tras las semanas que los niños pasan aquí, se ha comprobado que regresan a su país de procedencia con unos niveles menores de radio nucleido en su organismo y con las defensas orgánicas tan altas como para afrontar los problemas ambientales de sus hogares un año más.