«Soy una persona que mira siempre para adelante», confesaba ayer al volante de su taxi en Málaga capital. Quizás por eso, a los 17 años Manuel García Pérez dejó de echar una mano a su familia en el campo, en el cortijo en el que trabajaba su padre y comenzó a buscarse la vida en la construcción en su pueblo, Cortes de la Frontera, donde nació en 1970.

Poco después, en busca de otros horizontes estuvo trabajando en la construcción del Pabellón de España en la Expo de Sevilla del 92. «Tenía 21 ó 22 años y para mí fue una experiencia muy bonita», explica. Manuel visitó por supuesto el pabellón que ayudó a levantar, una vez inaugurado, y destaca que «aquello se hizo un poco como son las exposiciones, a última hora». De esos tiempos tampoco olvida ese pequeño mundo de personas de todo el globo que ayudaron a levantar esa isla de ensueño que fue la Exposición Universal.

Pero las inquietudes laborales de este cortesano no pararon y tras unos años con un empresario de madera de brezo en su pueblo, uno de los productos más abundantes en Cortes de la Frontera, compaginó el trabajo con la extinción de incendios los veranos y en 2009, cuando la empresa de brezo cierra y tras apenas un mes de paro, entra a trabajar en las obras del AVE a Vigo. «Entro en una subcontrata, una UTE entre FCC y Acciona», detalla.

En Galicia estuvo tres años, de ahí que animara a su familia -su mujer y sus dos hijas- a acompañarle. «A las niñas las metimos en un colegio y la experiencia fue muy buena».

En las obras del AVE, detalla, estaba a cargo de inyectar hormigón en los anillos que se iban colocando en el túnel a medida que una gigantesca tuneladora se abría paso por el túnel: Estuvo trabajando en el túnel de 9 kilómetros entre Redondela y Vigo.

Los sucesivos ascensos y la experiencia hicieron que se animara a dar el salto a Panamá, a donde acudió como personal cualificado para trabajar como encargado de un equipo de personas en las obras del metro en la ciudad de Panamá. «Fui a Panamá como encargado de vías. Era el encargado del exterior para meter toda la materia prima que necesitara la propia construcción del túnel», explica.

En esta ocasión y dado que Panamá es menos segura que España, pensó que lo mejor era que su familia siguiera en Cortes de la Frontera. «La empresa me pagaba un billete para España cada seis meses y lo que hago es pagarme uno intermedio, cada tres».

Manuel García vivía con el resto de trabajadores españoles en unos apartamentos. Un vehículo le recogía para llevarlo al trabajo y luego le devolvía a casa. Una de las cosas que más le llamó la atención del año y tres meses que pasó en el país del canal fue el contraste tan grande: «Es todo como muy americano, con rascacielos pero luego debajo está la pobreza».

Al terminar el contrato en abril de 2013, meses antes de la inauguración del metro, recibió ofertas para seguir trabajando en el extranjero pero decidió estar más cerca de su tierra. Por eso compró una licencia de taxi en Málaga, donde ahora vive con su familia. «Hay crisis, no es que el cambio haya sido un placer pero hay que trabajar y tirar para adelante», confiesa. Manuel García no deja de subrayar lo bonito que es su pueblo, Cortes de la Frontera. La semana que viene celebra las fiestas patronales, San Roque y San Sebastián, pero no podrá estar con los suyos porque tiene turno en el aeropuerto. Eso sí, anima a todos a usar el taxi durante la Feria de Agosto. «Es un servicio público cómodo y si se coge entre cuatro, tan económico como el autobús».