Francisco Rivera señala al este y luego al oeste: «De Guadalmar para allá está alicatado y de Sacaba para allá también. Las aves sólo tienen la desembocadura del Guadalhorce, un poco de la desembocadura del río Vélez y poco más. No es nada extraño venir aquí un día y encontrarte 30 flamencos». El coordinador en Málaga de la Sociedad Española de Ornitología recorre la zona mientras se muestra bastante escéptico cuando le mencionan las bondades de la pasarela peatonal y de bicis hecha de madera que atravesará próximamente el triángulo de la desembocadura del Guadalhorce, un proyecto de 1,5 millones de euros que costearán la Diputación y el Ayuntamiento al 50%, como parte de la Senda Litoral. El puente peatonal medirá 260 metros de largo, tendrá un altura máxima de 11 metros y pesará 150 toneladas.

Pese a que sólo una parte de este triángulo ha sido declarado paraje natural y la pasarela irá más al norte, recuerda que «aunque la gente pasara por ella sin tirar ni un papel, la simple presencia humana puede tener repercusiones. De hecho, cuando hacemos trabajos de voluntario dentro del pasaje y empezamos a ver las primeras aves con síntomas de reproducción cortamos».

En mayo el Ayuntamiento anunció que, según recomendaciones de la Junta, trasladaría la pasarela más al norte, cerca del puente de la autovía, y por tanto más lejos de los límites del paraje natural de la Desembocadura del Guadalhorce. «Los pájaros no entienden de fronteras, placas ni paraje o no paraje», responde Francisco Rivera.

A su lado está Carlos Alonso, un vecino que lleva tres años luchando por la preservación de la zona. Carlos, como el coordinador de SEO, aboga porque la pasarela se traslade todavía más al norte, al final del triángulo de la desembocadura, es decir que se instale junto al puente de la antigua N-340.

Carlos, que se ha reunido en los últimos tiempos con los responsables de Fomento y Medio Ambiente de la Diputación, así como con los de Urbanismo y Medio Ambiente del Ayuntamiento, considera que los políticos «en realidad no dan garantías medioambientales» y recuerda que existe el plan de construir un nuevo puente de la N-340 porque hay dudas sobre la capacidad de desagüe del actual ante una gran riada. «Pues si lo vais a echar abajo, anexar algo para que pasen los peatones y las bicicletas», dice.

También Francisco Rivera cree que la mejor opción es que pase junto a la N-340, y recalca que no está en contra de la pasarela sino del emplazamiento que hasta ahora barajan la Diputación y el Ayuntamiento: «Este es un espacio público y tenemos derecho a disfrutarlo todos, eso va a misa, pero nos negamos a fomentar la masificación, podemos matar esto de éxito». El ecologista advierte además que «aquí no hay un biólogo que diga que no va a pasar nada, nadie se juega el pellejo y firma que de aquí a 10 años todo va a estar igual».

Carlos Alonso y Francisco Rivera confían en que la Junta no apruebe la ubicación de la pasarela y la mande más al norte.

La diputada de Medio Ambiente, Marina Bravo, declaró ayer que la pasarela, además de moverse al norte para evitar que afecte al paraje natural, «tendrá todas las medidas medioambientales que permita la ley».

Además seguirá teniendo en tierra sendas vallas a los lados de más de un metro para dirigir a los paseantes al inicio de la desembocadura. «No te podrás salir del camino», señaló, y por tanto el puente no será una excusa para perderse por la zona.