­La nueva noria de Málaga sigue dando sus primeras vueltas con aquellos pasajeros que se han aventurado a probarla antes de su inauguración oficial, que tendrá lugar esta mañana (11:30 horas). La Opinión se sumó a ellos para vivir esta novedosa experiencia en primera persona.

Veintitrés horas antes del acto inaugural, los operarios continuaban trabajando para adecuar los aledaños y dejarlo todo a punto. Por taquilla, parejas de extranjeros pasaban por caja mientras que un reducido porcentaje de ciudadanos locales daban el paso; el resto declinaba la opción, al menos por ahora. Y es que el precio no es especialmente popular. La entrada de adulto se fija en 10 euros, mientras que jubilados y niños podrán subirse a la noria por 8 y 7 euros, respectivamente. «En cuanto he visto lo que costaba me he echado para atrás», afirma Manuel Fernández, un malagueño que se asomó con la intención de invitar a su esposa. «10 euros me parece muy caro, yo estoy desempleado y ni me lo planteo», añade.

«En mi opinión deberían rebajar el precio, al menos para los malagueños, porque así lo que van a conseguir es que se monten una vez y no repitan», apunta Carmen.

Una vez en ella, la noria empieza a girar lentamente. Se inicia un ascenso que nos llevará hasta los 70 metros de altura, por encima incluso de la Equitativa. Las cabinas son espaciosas, y disponen de climatización, lo que se agradece en pleno mes de agosto. Hay un total de 42 cabinas en esta atracción que anteriormente estuvo ubicada en la capital de Andorra.

Las vistas panorámicas de Málaga son uno de sus principales reclamos. Nada más arrancar observamos, de frente, la catedral y, a la derecha, el puerto; con su atractivo Muelle Uno preparado para amenizar el día de todos los que por allí pasen. La subida se cuece a fuego lento, como las grandes comidas. No hay quien se resista a fotografiar desde sus cámaras o smartphones las vistas de la capital malagueña. No importa si eres de aquí o eres de allí, la instantánea irá directa a las redes.

«Lo que más nos ha impresionado han sido las vistas de la ciudad desde tan arriba», comenta una pareja de británicos. Lo cierto es que conforme se va consumando el ascenso se pueden visualizar gran parte de los lugares de la urbe (incluidas sus vergüenzas), desde las blancas fachadas del distrito centro hasta, un poco más lejos, el templo del malaguismo: La Rosaleda.

Tras una pequeña parada, la noria vuelve a girar en dirección contraria, y así se repetirá una vez más. En total, unos 15 minutos de rodaje y otros 4 ó 5 en seco, lo que para algunos amortiza la inversión. «Yo lo vi caro, pero si tenemos en cuenta el hecho de que da tres vueltas y que el ritmo es pausado merece la pena, sobre todo para quien no conozca Málaga. Yo pienso traer aquí a todos mis amigos», comenta Mario.

Tras 19 minutos, es hora de aterrizar, de poner los pies en el suelo y de mirar hacia arriba para constatar los muchos metros que «el nuevo juguete» de la ciudad nos ha hecho escalar.

Nuevo punto de interés. «A mi me parece una gran idea montar aquí una noria, ya era hora de darle vida a esta parte del puerto. Hay mucha extensión y no todo debería concentrarse en Muelle Uno», razona Juan, residente del centro. En la misma línea se muestra su mujer, Marisa, quien expresa: «Deberían colocar unos puestos para que la gente pueda comer y beber mientras espera su turno o a sus familiares». Sea como sea, la noria atraerá la atención de los turistas que visiten la ciudad y también ejercerá su poder de atracción sobre los propios malagueños, que aunque se muestran reacios al precio, aprueban -en su mayoría- la idea.

«En Navidad debe verse precioso, con todas las calles del centro iluminadas», dice Encarna, una jubilada que también se asomó a ver los últimos preparativos.

Según la Autoridad Portuaria, la noria Mirador Princess permanecerá en la paralela a Muelle Heredía por un tiempo mínimo de ocho meses, aunque dicho periodo es prorrogable. La noria, que da la espalda a la estación de autobuses, pesa un total de 600 toneladas, y ha necesitado del trabajo de 25 personas y de una grúa de 300 toneladas para su montaje, tras la demolición del antiguo edificio del Apostolado del Mar. Con ello, y ya con todos los permisos bajo el brazo, será inaugurada con la presencia de Francisco de la Torre y de Paulino Plata.