Hace solo 48 horas que abandoné el paradisíaco estado vacacional en el que levitaba mi cuerpo y ya he maldecido en arameo mi llegada a la ciudad.

Aún no había aparcado cuando he descubierto que en un ejercicio por mirar por el ciudadano, el Ayuntamiento vuelve a eliminar una nueva zona azul. La calle Guillén Sotelo, ubicada justo detrás del Consistorio, es la nueva víctima.

Hace meses levantaban la zona para implantar la última tecnología sensorial en cada uno de sus aparcamientos y ahora, sin saber cómo ni por qué, desaparece.

Según me cuentan, hubo un tiempo en el que la zona azul sonaba todavía a idioma nórdico en la ciudad y, sin embargo, en cuestión de unos años han proliferado como las setas. Da igual en la estación que esté uno que de repente hay una zona azul. El parking libre y gratuito suena a utopía en casi todas las grandes ciudades y Málaga no dudó en sumarse a esa tendencia.

Lo que más me sorprende es que una vez implantadas las quiten. Si pudiera decirle algo a Francisco de la Torre al respecto sería algo así como: «Oiga alcalde, con el aparcamiento no se juega».

He imaginado que me respondería y creo que metería aquello de fomentar el transporte público, que si concienciar más aún a los barrios de que el centro es muy accesible por otros medios y bla, bla, bla.

Ese punto verde lo entiendo pero y si no vivo en alguno de sus distritos ¿qué sucede? Por ejemplo, desde los municipios de la costa occidental se puede llegar a través del Cercanías de Renfe y el autobús de Portillo.

Como usuaria de Renfe diré que el servicio es genial, aunque mayor asiduidad horaria no vendría mal. Bajar los precios tampoco porque si compara una lo que paga con Madrid es un auténtico robo. Con el servicio de autobuses del Portillo no estoy tan contenta. Es impuntual a no poder más y con trayectos muy largos. Hay que hacer algo.

No creo que esto le compete al Ayuntamiento pero yo soy de esas en la que en muchas ocasiones tiene que utilizar mi coche para ir a Málaga ciudad.

¿Cómo lo hago? ¿Me saco una plaza de aparcamiento municipal? El precio no invita ni a pensarlo y solo falta que un auxiliar de enfermería espere a los usuarios a la salida para sacarle sangre. Huele un poco a que detrás de todo esto también hay algo de negocio económico porque no me dirá usted, De la Torre, que poner más acera en esa calle solitaria que hay detrás de su segundo hogar era algo prioritario. Yo no lo veo y estoy segura que muchos de sus funcionarios tampoco. Septiembre y la vuelta al trabajo está ahí así que ya me contará.

Todavía tengo la esperanza de que algo se pueda hacer. Confío en que Juan Cassá le haga reflexionar el tema. No sé, como le echa un pulso con casi todo lo que propone en los últimos meses yo por intentarlo no pierdo nada. Salvo una zona donde aparcar, claro.