­Entre las rimbombantes cifras de récord turísticos que engrosan los titulares semana tras semana se cuela una tasa negra que tiñe de oscuro nuestras playas y superficies bañables. Málaga es la provincia con la tasa de fallecidos más alta por ahogamiento: 17 en lo que va de año hasta el 31 de agosto.

La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo publicó ayer el balance de los primeros ocho meses del año y suma 271 ahogados en toda España, de los cuales, 45 pertenecen a Andalucía; la región con el número de mortales más elevado y Málaga a la cabeza.

«Con estas cifras tendría que haber una normativa sobre seguridad e indicaciones que llevar a cabo en todo el país», expresan desde la Federación, que cerró el ejercicio pasado con 300 muertes de esta índole.

Algunos de los datos que arroja el informe es que ellos suelen ser los protagonistas de estas tragedias. El 89% en el caso andaluz y el 80% si se eleva a nivel nacional. La Real Federación Española de Salvamento y Socorrismo no tiene constancia de posibles motivos que expliquen esta tendencia.

Otra de las cifras que desvelan es que gran parte de los sucesos se dan entre personas de más de 45 años, sobre todo entre los que se mueven en la horquilla de los 65 a los 74 años, aunque también hacen hincapié en los menores de 10 años. Solo Andalucía lleva cuatro muertes de niños en zonas de baño.

La playa es el escenario más usual. El 57% de los fallecidos en Andaucía se dieron en playas ­(26 ahogamientos), de los cuales, en 29 casos no había vigilancia, bien por estar fuera de las horas que contempla el servicio o ser áreas que no trabajan. «Viendo el número de ahogados debería hacernos reflexionar sobre aumentar las medidas de seguridad», explican desde la Federación. A pesar de ello, el 46 por ciento de los fallecimientos se produjo entre las 12 y las 16 horas, el tramo que acumula más tragedias.

Ante estos datos el sector reivindica un registro nacional que ahonde más en estas cuestiones y una normativa de playas aplicable a todo el litoral español. Delimitar corrientes, zonas rocosas y una leyenda para facilitar la comprensión lo ven indispensable, al igual que elaborar campañas de prevención similares a las de Tráfico.