Este nefrólogo es la cara amable de la donación de órganos en Málaga, labor que le consume mucha energía pero que, admite, le colma de satisfacciones. El más antiguo de los coordinadores andaluces asegura que su principal caballo de batalla son las madres, siempre dispuestas a donar, aunque no por ello sean las más idóneas. Orgulloso por las cifras que han colocado a Málaga en lo más alto, dice que se irá el día que no responda a la llamada de un órgano a horas intempestivas con ilusión y entusiasmo.

Los trasplantes son el principal motivo de alegría de la sanidad andaluza. ¿En qué medida han cambiado las cosas desde que se comenzó?

Han cambiado mucho, sin duda. Cuando empezamos con la actividad trasplantadora el problema más fundamental era la negativa de las familias a donar órganos. En los años 90 la cifra de negativa era del 50%, era un poco frustrante, porque los donantes, que eran más jóvenes, eran más ideales para donar que los de ahora. Se hizo una serie de iniciativas y se logró que fuera bajando. Lo normal es rozar el 15%, aunque este año estamos e el 9%, eso teniendo en cuenta la multiculturalidad de Málaga. También ha cambiado mucho el perfil de donante: antes era más joven, normalmente fallecidos por accidentes y hoy sólo representan el 5% de los donantes, por eso hemos tenido que evolucionar y adaptarnos. Eso nos ha hecho considerar a donantes de otras edades, la mayoría mueren por accidentes vasculares, tienen otro perfil y se hacen análisis más exhaustivos porque todos no valen. Los órganos se analizan antes y después de extraer para asegurar que tienen garantías. Lo tercero que ha cambiado mucho son los equipos de trasplantes, se han formado y aprendido nuevas técnicas, como a extraer riñones con laparoscopia, en vez de grandes cicatrices. Es un avance espectacular, por eso somos firmes defensores de la donación en vivo, porque son riñones de mejorar calidad y si el receptor es joven le va a sacar del problema muchas décadas.

Cada vez fomentan más las donaciones en vivo. ¿Cuánto afecta a un donante «perder» un riñón?

De todos los que pasan por aquí la mitad o un 40% se descartan porque no tenemos seguridad de que a largo plazo su vida sea idéntica a la que tendría con dos riñones. No permitimos que un donante que da un riñón para sacar a un receptor de la diálisis vaya a tener un problema de salud y por eso tenemos protocolos que miden que no tenga insuficiencia renal, hipertensión, diabetes... Hay personas que incluso se rebelan, quieren que el familiar salga del problema, pero nosotros ahí somos inflexibles. Cuando es para un familiar la gente mira poco por sí misma, con las madres hay que ser ultrarrigurosos, a veces hay otras personas mejores en la familia y ahí a veces hay que sacar argumentos para intentar convencerles de que den un paso atrás, si no, el 90% sería del género femenino: madres, esposas y hermanas. Ellas son las que primero levantan la mano. A los donantes les ofrecemos que una vez al año les haremos revisiones para adelantarnos a posibles problemas. Es seguro y ellos confían en nosotros. La mayoría de los que vienen aquí no piensan en su salud y confían en nosotros. Les hacemos seguimiento, no se les puede abandonar tras haber donado.

Las donaciones cruzadas han supuesto un hito, llegando a múltiples combinaciones.

Ha sido un avance. Se nos acumulaban en las listas de espera pacientes con anticuerpos que por embarazos o trasplantes previos se habían sensibilizado contra proteínas humanas de otras personas y les daba reacción. Ahora, con el Programa Nacional de Trasplante cruzado, de una sola tacada a una pareja se le pone en contacto con 140 o 150 posibles donantes en España. Aumentan las posibilidades más de 100 veces, por eso algunos consiguen a su donante ideal, el más parecido desde el punto de vista inmunológico. Hemos conseguido trasplantar a gente que, si no, habría seguido en diálisis toda su vida.

¿Cuánto complica la maquinaria de una donación de órganos que haya que hacerlo a la vez en distintas provincias?

Si la cadena es de dos, es fácil. Pero si es de tres, cuatro y hasta cinco,lo complica más. La norma dice que todos los equipos de extracción deben coordinarse para que se anestesie al donante a la misma hora, porque si uno se arrepiente, que es legal, rompe la cadena y ya no se puede. Imagina que pasara, ¿cómo explicamos a receptor que se ha quedado sin riñón y que su familiar si ha donado? Es una logística de trabajo previo, de muchos días. Al principio se trasladaba a los donantes, pero lo hicimos por las familias, que ya hacían un gran esfuerzo por la tensión y el estrés. Al tercero o cuarto cruzado se abandonó y el que viaja es el riñón. Intentamos organizarnos para que los horarios coincidan con vuelos comerciales, ahora se ha llegado a acuerdo con el AVE.

¿Se han notado los recortes en los trasplantes?

En el transporte de órganos se ha introducido un poco la lógica, antes teníamos más alegría en algunos gastos como los vuelos privados, pero se ha introducido lógica que por supuesto no ha cambiado las garantías. Antes para trasladar un órgano a Almería se llevaba en avión, ahora en coche. Lo analizamos y vimos que la diferencia no era de más de treinta minutos. Cuando la distancia es superior a 500 kilómetros se hace en avión, si es menor, en coche. Nunca afecta a la calidad del órgano.

También contemplan las donaciones de buen samaritano, ¿Cuántos se arrepienten?

Es curioso que alguien quiera donar un órgano porque sí. En tres años en Málaga hemos estudiado cuatro casos. A uno se le descartó por motivos clínicos y los otros se echaron para atrás. Pasan filtros muy potentes, porque es muy fuerte dar un riñón a alguien a quien nunca voy a conocer. En Málaga sí hemos participado en dos donaciones en cadena de las que dos malagueños recibieron un órgano de buen samaritano. Hay gente que de verdad cree en ello, el primero de todos en España fue en Cataluña y estaba relacionado con una persona de una orden religiosa, pero luego hemos visto casos más raros, como el de una sanitaria que trabajaba en un hospital y decidió donar porque vivía cada día cómo se sentían las personas que necesitaban un trasplante.

Carlos Haya es, junto al Doce de Octubre, el hospital con mejores datos en trasplantes de riñón. ¿Qué se hace bien?

Cuando hicimos el recuento de 2014, 144, vimos que teníamos los mismos datos que el hospital que encabeza el ranking desde hace mucho. Aquí hemos mantenido una lista de espera numerosa de cerca de 200 pacientes, bien estudiada, con todos los grupos sanguíneos y con los cuatro tipos de trasplantes: de fallecido, de cruzado, de vivo, y doble. Tanto en esto como en el trasplante de riñón y de páncreas somos un hospital de referencia nacional. Tenemos la confianza de personas enfermas y tenemos donantes y todas las modalidades de trasplantes.

La donación en asistolia ha permitido que aumenten las cifras de donaciones. ¿De verdad ha supuesto un antes y un después?

Sí, hay varios tipos el que más sube es el tipo 3. Se trata de un daño cerebral catastrófico con lesiones incompatibles con la vida o que, en caso de que se sobreviva, deja unas secuelas persistentes en estado vegetativo. Algunas personas lo deciden en vida y otras veces son los familiares. Algunas familias deciden que se retire la respiración y optan por la sedación, es legal desde hace muchos años. Cuando está convencida se le ofrece que si quieren, pueden donar. La donación es la consecuencia del fallecimiento, nunca se dice antes. Primero en equipo de la UVI habla de las posibilidades de recuperación y, después, intervenimos los coordinadores de trasplantes. Desde 2011 ya llevamos 27 donantes en asistolia, de hecho somos la provincia andaluza con más donantes en asistolia tipo tres y estamos entre los primeros de España. Son donantes más jóvenes porque en este caso no se aceptan mayores.

¿Cuáles son los próximos retos en el ámbito de trasplantes?

A corto plazo los avances van a venir de la desensibilización previa de anticuerpos, quitarles esos anticuerpos que producen dificultad para la compatibilidad con un donante, será una realidad dentro de poco. Otro reto es ampliar el número de órganos válidos en donantes en asistolia tipo 3, ahora sólo podemos hacerlo con riñones e hígado, pero probablemente pronto se pueda con páncreas y pulmones. A más largo plazo los avances vendrán con la terapia regenerativa para restaurar órganos y que con algún tipo de implante de células pluripotenciales se pueda. Ya se ha conseguido en animales, ese será uno de los avances que hará posible que los trasplantes lleguen a más gente. Tenemos tantas fórmulas que crecer ya no es fácil.

Poca gente sabe que los órganos trasplantados tienen «fecha de caducidad».

No me gusta llamarlo así porque parece un medicamento. Sabemos, y así lo hacemos ver, que no es el elixir de la vida eterna, solucionan algunos problemas pero, a veces, son la causa de otros, como de que aparezca un tumor o diabetes, de hecho pueden tener el doble de probabilidad que la población normal. Primero hay que cuidarse y después ver si se puede vivir más en diálisis que trasplantados con enfermedades asociadas. El trasplante no le vale a todo el mundo, le vale a los que están mejor, a los que van a vivir más y mejor, ese es nuestro objetivo. Dependiendo de la edad, el trasplante de riñón o hígado puede resolver un problema, pero muchas veces va a hacer falta un segundo trasplante sobre todo si la persona tiene menos 50 años. De cadáver puede durar unos 9 años y de vivo el doble para una persona por debajo de los 50 años. La esperanza de vida natural no aumenta, algunos fallecen de otras enfermedades con el riñón funcionando. Ponerle una fecha a los trasplantes sería una imprudencia porque depende de cada persona, de si se produce rechazo o no o de la existencia de otras enfermedades.

¿En qué medida ayuda en el duelo de un familiar saber que ha podido salvar una vida?

La gente se siente reconfortada y ese recuerdo les facilita pensar que la muerte puede cumplir un deseo, que esos órganos están funcionando. Tengo varios archivadores en la consulta con documentos de las familias, a las que les ofrecemos la posibilidad de mandar una carta con una información genérica del órgano y a dónde ha podido ir. Muchos escriben cartas contando sus sentimientos, se sienten muy bien, el recuerdo de la donación sobrelleva mejor la pérdida porque piensan en las personas que han recibido estos órganos. Uno de los grandes cambios respecto a cuando empezamos en los 90 es la «donación espontánea», que la familia lo dice antes de que se les diga, eso es entre el 10 y el 15%. Vienen con la donación por delante.

A la hora de la verdad, ¿cuántos dudan en donar?

Normalmente estamos por debajo del 15%, ahora en el 9%. El número uno de las excusas es que quieren «enterrarlo entero y que se quede como está». La segunda causa es que en vida había dicho que no, aunque a veces sospechamos que no es cierto. El resto son motivos religiosos, normalmente no son católicos, suelen ser etnias minoritarias que viven el duelo de una manera más violenta. Ahí es difícil hablar de solidaridad.

¿Como se vive «entre bambalinas» la llamada para la posible recepción de un órgano?

Todos se ponen muy nerviosos. Se les llama por teléfono, puede ser a cualquier hora del día o de la noche. Sobre todo se ponen nerviosos cuando son las primeras veces, se les hacen unas pruebas cruzadas para ver si hay posibilidad de reacción o rechazo. Por cada riñón llamamos a dos personas, en la lista gana la compatibilidad y, después, la antigüedad. Tenemos unas normas porque siempre hay alguien que reclama, y para eso nosotros tenemos paciencia infinita. Yo los entiendo, la gente se desespera. Pero si este país ha conseguido ser líder mundial es porque hay una organización muy potente y una garantía.

¿Cuántas personas están hoy en lista de espera en Málaga para un órgano y qué tiempo esperan?

Para riñón hay 193, para hígado son 40 y para páncreas 7. Como trasplantas mucho, te llegan mucho. La lista nunca puede bajar del número crítico porque pierdes posibilidades. En 2014 para un trasplante de riñón, se esperaba siete meses cuando en 2006 eran 17, cifras muy alejadas de la espera de cualquier norteamericano o europeo. Para páncreas se espera alrededor de un año y para hígado unos once meses.

¿Y en los casos de niños?

Los menores de 14 se centralizan en Sevilla porque son muy pocos, en lista de espera hay cinco y tres o cuatro son retrasplantados. La primera opción son sus padres porque es el órgano que les va a durar más tiempo y si hay problemas se les pone en lista de fallecidos y tienen prioridad regional. En toda Andalucía son 12 al año.

Se habla mucho de trasplantes de órganos y poco de tejidos.

Se hacen de córneas y de tejidos osteotendinosos. En córneas ha cambiado el perfil del receptor, antes se esperaba más y no quedaba tan bien, ahora es mejor y, claro, ha aumentado la lista de espera, que es del doble, cualquiera puede donar. Los tejidos osteotendinosos sirven más a gente joven y ha evitado amputaciones. Estos siempre son de banco.

Siempre muestran su orgullo por que España esté en la cresta de la ola en donaciones respecto a otros países. ¿Cómo es posible?

Es una de las cosas que siempre sorprende, que otros sitios con más recursos y trayectoria científica estén por detrás. Se trata de la organización: el modelo español de trasplantes puso coordinadores en todos los hospitales y formó a los médicos. La otra clave es la sanidad pública y la opinión que de ella tiene la gente. Los españoles creen en el modelo, por eso funciona.