A casi todos el verano se nos ha ido de la mente desde hace bastantes días , por mucho que el calendario no dé por finiquitada la estación hasta dentro de un par de semanas. Todo comienza ya a hablarnos del otoño y del retorno a una cansina pero también reconfortante rutina. El curso escolar está a punto de arrancar y los días se acortan a un ritmo galopante con lo que, pasadas las ocho y media de la tarde, la oscuridad y las obligaciones del hogar invitan a todo el que pueda a atrincherarse ya en casa. Aún llevamos la manga corta, por supuesto, pero las tardes van refrescando y jornadas como las de ayer, en la que las lluvias reaparecieron de forma muy intensa, nos obligan a desempolvar definitivamente del armario el paraguas y el chubasquero. El caso es que las primeras tormentas de septiembre dejaron por toda Málaga ese poso dulzón de melancolía que tiene el declinar del estío aunque desgraciadamente también provocaron multitud de incidencias, con calles y aceras anegadas y problemas circulatorios en buena parte de la provincia. Los polígonos industriales, la zona del aeropuerto y los alrededores del Ikea o algunas localidades las comarcas de la Axarquía y el Guadalhorce sufrieron especialmente el rigor de las precipitaciones.

Pero al margen de la climatología o de la vuelta al colegio hay otro hecho cotidiano, de índole más comercial, que nos acompaña puntualmente cada septiembre y que trata de sacar partida a nuestro proceso de recolocación mental una vez superada la torrija del verano. Es el coleccionismo. Sí, las estanterías de los quioscos de prensa vuelen a estar repletas estos días de los más diversos fascículos, libros y cachivaches por entregas que apelan casi siempre a nuestra vena más nostálgica. Son colecciones que muchos empiezan pero que muy pocos acaban ya que por mucha pasión que se le ponga al empeño y por exquisito que sea el lanzamiento, el comprador suele acabar algo agotado ante su inagotable extensión. Eso por no hablar de que, una vez pasada la oferta de enganche, los precios de las entregas suelen dispararse, disuadiendo de continuar al coleccionista más animoso. No obstante, siempre conocemos a alguien que ha sido capaz de sobreponerse a las circunstancias y que te exhibe orgulloso su última colección de miniaturas de trenes o casas de muñecas cada vez que le visitas.

Pasando por algunos de los quioscos del Centro, se puede comprobar que la oferta inicial de este año incluye desde clásicos de la Literatura universal y la Filosofía hasta caprichos para entendidos como una preciosa colección histórica de coches de bomberos y otra de pequeñas reproducciones de guitarras y bajos acompañadas de fichas biográficas de sus intérpretes. En fin, que seguramente habrá muchos que volverán (y volveremos) a dejarse seducir por alguno de estos lanzamientos pese a saber casi a ciencia cierta que, una vez más, se fracasará en el intento. Septiembre es un mes de rutinas y el hombre es un animal de costumbres. Bienvenida pues la calma, la cotidianidad y el error pertinaz.