El programa de telemedicina de la sección de Arritmias de la Unidad de Gestión Clínica de Corazón del Clínico ha tratado en siete años a más de mil pacientes con problemas cardiacos. Este permite evaluar y realizar un seguimiento de los usuarios que portan desfibriladores, marcapasos o resincronizadores cardíacos con el objeto de realizar un control más exhaustivo y mejorar su calidad de vida con los ajustes que estos precisen a consecuencia de la monitorización y de la información que esta envía a los ordenadores del centro sanitario.

El director de la Unidad de Arritmias, Javier Alzueta, admite que la implantación de este servicio en 2008 ha disminuido el número de visitas presenciales a la consulta, el gasto en desplazamiento, «y lo más importante, los grupos que están tratados de esta forma tienen mejor pronóstico que los que no están sometidos a programas remotos». Según explica el especialista, el tiempo de respuesta desde que se detecta un problema hasta que se le da solución es más corto y eficaz. «Cuando se da un evento cardiaco en los que no tienen la monitorización no sabemos qué ha ocurrido hasta la consulta. En los que tienen el dispositivo, el envío de información es instantáneo, por tanto mejora los pronósticos y el tratamiento, que a veces se cambia incluso por teléfono», señaló ayer el médico.

Todos los pacientes -a excepción de aquellos que tengan algún problema con su uso o incompatibilidad- llevarán los aparatos de por vida. Los marcapasos sirven para aquellos que tienen un ritmo cardiaco lento y los desfibriladores para a quiénes les ocurre lo contrario, es decir, ritmos rápidos y taquicardias. «Estos aparatos han revolucionado el pronóstico de estos trastornos del ritmo», afirma Alzueta.

A través de estos programas de control remoto, que consisten en colocar un transmisor en el domicilio del paciente que porta un dispositivo de estimulación, se transmite al centro hospitalario información de forma periódica con un sistema de alertas, que se recepcionan en la sección de Arritmias del hospital. Los cardiólogos del servicio determinan qué clase de información supone una alerta lo suficientemente importante como para que esta llegue al ordenador de manera urgente: cuando se va a agotar la batería del dispositivo -avisa con meses-, cuando el aparato no ha sido lo suficientemente eficaz para tratar el evento cardiaco, o cuando hay algún problema con los electrodos que se conectan al corazón.

No obstante, esto no evita que los pacientes pasen por consulta o que sus médicos no se informen de su estado de salud. «Entre visitas, muchas veces, nos llega información que evaluamos para ver el estado del paciente», explica el director de la Unidad de Arritmias.

El cambio en los ritmos del corazón es habitual cuando se hace ejercicio -aumenta- o cuando se descansa -disminuye-. Pero si este varía y está acompañado de mareos, palpitaciones, fatiga o pérdidas de conocimiento ha de acudirse a un cardiólogo que evalúe cómo funciona el corazón.