­El aeropuerto de Málaga volvió a convertirse ayer en una extensión del cercano Aqualand de Torremolinos, aunque no por motivos de ocio, sino porque la intensa tormenta que azotó la capital de la Costa del Sol durante toda la mañana sacó, por tercera vez en dos años, los colores a la nueva Terminal T-3, inaugurada hace cinco años y medio tras una inversión superior a los 191,6 millones de euros. Las goteras volvieron a hacer de las suyas, y en varias zonas de la infraestructura hubo que colocar cubos y cajas para recoger el agua.

Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (Aena) explicó que la tromba de agua caída fue muy fuerte y que, desde finales de mayo, se acometen obras para impermeabilizar el techo de la T3, unos trabajos que tienen un plazo de ejecución de cinco meses y que, al no haber finalizado, no ha podido aislar del agua toda la cúpula. El líquido se coló por numerosas rendijas, generando toda una catarata de imágenes y vídeos colgados por usuarios en las redes sociales, lo que a su vez provocó una avalancha de comentarios sarcásticos ante la mirada atónita de numerosos turistas, que no sabían si se encontraban en uno de los cuatro aeropuertos más importantes de España por tránsito de viajeros y vuelos y por ser la puerta de entrada a una de las cunas del turismo mundial: la Costa del Sol.

Aena indicó que se acotaron rápidamente las zonas afectadas y se procedió a limpiarlas y recogerlas por parte de un grupo de operarios. Fundamentalmente hubo goteras en la zona de facturación, a juzgar por las fotos que se pueden ver en las redes sociales, uno de los temas más consultados por los usuarios de Twitter. El trasiego de cubos, escobas y fregonas fue continuo.

Ya en marzo pasado se filtró un vídeo de goteras en los mostradores de facturación, y en 2014 hubo otro episodio. La inversión en la impermeabilización del techo de la T3 asciende a 924.522 euros. Parte del aparcamiento también se inundó.

Asimismo, Aena desvió ayer trece vuelos internacionales que debían aterrizar en Málaga (diez a Sevilla, dos a Granada y uno a Madrid). Ello se debió a la escasa visibilidad. Los pilotos decidieron aterrizar en otros aeródromos. Hay imágenes que muestran una de las pistas aparentemente anegada.

También quedaron completamente impracticables para el tráfico rodado los accesos al aeropuerto. Las balsas de agua obligaron a cortarlos, y la Policía Local se fajó de lo lindo para ayudar a algunos conductores a salir de sus coches. Las fuertes precipitaciones dejaron imágenes de caos y retenciones kilométricas.

Hay imágenes que muestran a los turistas mirando asombrados los cubos que recogen las goteras. Todo podría formar parte de una tira cómica si no fuera porque, aquí sí, llueve sobre mojado.