­Están ahí, en la playa. Todo el mundo los ve; los disfruta. Es más, a buen seguro que la inmensa mayoría de las personas que lean estas líneas o a las que se le preguntase por la calle los han visitado este verano en alguna o muchas ocasiones, porque son prácticamente un símbolo del verano malagueño: los chiringuitos. Sin embargo, un alto porcentaje de estos restaurantes de playa de la provincia llevan varios meses, años en una situación de limbo legal que ha mantenido a sus dueños con las manos atadas en sus propios establecimientos. Viviendo momentos límites.

Ahora, todo eso parece haber terminado. Por fin, los responsables de los chiringuitos pueden respirar y dormir tranquilos: la Junta de Andalucía da el paso definitivo para legalizarlos, asegurando que darán todas las concesiones solicitadas, más de 200 en la provincia malagueña, según explica el presidente de la Asociación de Empresarios de Playas de la Costa del Sol, Manuel Villafaina, quien acompañó el viernes al presidente de la Federación Andaluza de Empresarios de Playa, Norberto del Castillo, en la reunión que mantuvo con el director general de Prevención y Calidad Ambiental de la Junta, Fernando Martínez Vidal.

De esta forma, los chiringuitos tendrán su situación legal en regla y podrán solicitar y se les podrán conceder las licencias de obras que hasta ahora, por no tener dichas concesiones, les habían negado los ayuntamientos. «El director general nos dijo que ya está todo resuelto, que se van a dar todas las concesiones y que ya sólo depende de Málaga, de que su personal pueda llevar a cabo los trámites necesarios», afirma Villafaina, quien no puede ocultar su alegría. «Estamos muy contentos, esto es una noticia maravillosa, porque por fin la Junta ha entendido y ha interpretado el espíritu de la ley de la forma correcta. Es algo estupendo, se nos va a conceder lo que ya teníamos con el título anteriormente concedido y ahora tendremos diez años para adaptarnos», declara.

Una larga historia

«Hay que tener en cuenta que llevamos mucho tiempo esperando que se nos den las concesiones de nuestros locales, para poder invertir en nuestros negocios. Hacer reformas en nuestros chiringuitos, poder ofrecer un servicio de más calidad al cliente. Pero al no tener las concesiones de los restaurantes, no se nos daba el permiso de obras desde los ayuntamientos. Nos hemos encontrado meses, años, atados y desesperados. Ahora todo esto parece haber acabado. Estamos muy felices», manifiesta Villafaina.

Y es que la situación legal de los chiringuitos se estaba convirtiendo en la historia de nunca acabar, desde que empezara a finales de los años 80. «En el 88 se nos empiezan a dar las primeras concesiones en Málaga. Entre el 88-91 hacemos grandes inversiones y para renovar nuestros establecimientos, y adecuarlos higiénicamente, adaptarlos. Ofrecemos así después de las obras unos locales renovados, mucho mejores. Hacemos una apuesta muy fuerte por nuestros chiringuitos y nuestras playas en una época muy difícil de crisis», comenta Villafaina. «Por aquellos años, el suelo pertenecía al Estado, a Costas, y conseguimos su autorización para tener la concesiones. Los ayuntamientos eran quienes realmente las solicitaban y después sacaba los locales a concurso al mejor postor. Ahí la Junta de Andalucía nos subvencionó y todo. Hicimos obras en plena crisis, inversiones que tardaron años en recuperarse; reformas de seis meses que nos tuvieron cerrados y con pérdidas. Y en esos años se dijo que la concesión del terreno era para los chiringuitos por 15 años más 15 más, pero eso no quedó por escrito; no se firmó», se lamenta Villafaina.

Así las cosas, entre el 2005 y el 2007, aproximadamente, se empiezan a terminar las concesiones de estos locales, que además de ser un disfrute para un gran sector de los malagueños, son auténticos reclamos para turistas nacionales e internacionales. Empiezan entonces las conversaciones con el Estado y como desagradable noticia, los responsables de estos restaurantes se encuentran con que desde Costas se les empiezan a enviar cartas de reversión, con las que se pretendía disolver todo lo que se había concedido anteriormente», según explica Villafaina.

«La Administración del Estado quería que los chiringuitos no pisaran la arena. Se arma la de Dios, nos apoya la Junta y el Ayuntamiento y, finalmente, se logran paralizar las cartas de reversión hasta que se llegue a un acuerdo. Después de mucha lucha, de intensas reuniones y de mucha tensión, desde los chiringuitos solicitamos que la competencia de los chiringuitos pase a la Junta de Andalucía y lo logramos. En 2011 la Junta tiene la competencia para hacer las concesiones del terreno a los chiringuitos, con un informe vinculante de Costas», resume Villafaina.

Se vivió así durante unos cinco años, una situación realmente complicada para los dueños de los chiringuitos en los que vieron peligrar sus establecimientos, sus inversiones, su futuro?, pero todo parecía haber llegado a buen puerto. Tras la tempestad debía llegar la calma, pero, según cuenta el presidente de la Asociación de Empresarios de Playas de la Costa del Sol, no fue así. «La primera mala sorpresa que nos llevamos fue que al pasar las competencias a la Junta, la coge la Consejería de Medio Ambiente, y no la de Turismo, que es en la que nosotros creíamos y queríamos estar. Para nosotros era obvio, somos dinamizador del turismo de Andalucía. En los chiringuitos es donde se fideliza a los turistas, chiringuitos y hamaqueros somos seña de identidad para ellos. No obstante, decidimos esperar antes de hacer nada y ver cómo iba a actuar la Junta de Andalucía desde Medio Ambiente al respecto de los chiringuitos», comenta Villafaina.

Disparidad de criterios

La cosa sin embargo, no fue demasiado bien. Y mientras desde los chiringuitos se pedía a los responsables de la Junta que las concesiones se mantuvieran como en 1988, según explica Villafaina, desde la Junta no se veía igual. «Queríamos que se dieran las mismas concesiones que el Estado nos había dado hacía más de 20 años, ni una más ni una menos. Si en el 88 éramos legales, ¿por qué ahora no?-comenta Villafaina, y continúa- Los técnicos de la Junta no lo veían así y decían que estábamos fuera de la ley. Una ley, la del 88 que más que la territorialidad, se regía por una necesidad de servicios, en la que se nos decía que podíamos ocupar una superficie de 150 metros, más 30 de servicio, como máximo», comenta Villafaina.

Los chiringuiteros, no obstante, no se quedaron parados, conocieron que se estaba haciendo una nueva ley de Costas y se pusieron en contacto con el Estado. «Aprovechamos que se cambió la ley en 2013, con todo el tema de las casas en la playa, y luchamos para que se incluyera también la situación de los chiringuitos». Y se incluyó. «El espíritu de la nueva ley de 2013 es que los chiringuitos que ya estaban se quedasen y se adaptasen a la nueva ley, que recogía 200 metros de superficie, 70 de terraza temporal y 30 de servicio. Se decía que las concesiones serían a 30 años y que tendríamos un tercio (10 años) para adaptarlos». Y los vientos parecían ir a favor después de muchos años. En octubre de 2014 se publica un nuevo reglamento de Costas, donde se reconoce la preferencia para pedir la concesión al ocupante del terreno, entendiendo así que los chiringuiteros eran los que podían solicitar sus propias concesiones.

Hasta entonces estas concesiones eran solicitadas por los ayuntamientos, y dando un paso más hacia la legalidad de estos negocios. Pero en este asunto nada parecía ser fácil, y la Junta tardó tres meses en reconocer esa preferencia, porque no tenía claro que los dueños de los chiringuitos fuesen los ocupantes del terreno, según asegura Manuel Villafaina.

«Pero al final la Junta nos reconoció la preferencia e hicimos todos los trámites y solicitamos más de 200 concesiones en abril de este año. De hecho, lo cierto es que con la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, siempre hemos tenido muy buena relación, le solicitamos más poder a los delegados territoriales, porque cada provincia es distinta, y nos los dio en 10 días. De igual manera la dirección general de Costas también cumplió con lo que nos prometió en reuniones y después lo reflejó en la ley y en su reglamento. Pero ahora estábamos esperando desesperadamente a que se nos dieran las concesiones», comenta Villafaina, para quien para la situación se convirtió en insostenible.

«Estuve incluso a punto de dimitir, porque no podía más con estas incertidumbres, con este malestar». Pero ahora todo ha cambiado, una reunión con buena voluntad, un compromiso en firme de la Junta y el horizonte abierto para los casi 400 chiringuitos de la Costa, que ahora tendrán que adaptarse a la nueva ley de 2013, que les es favorable, pues les reconoce más superficie, si la quisieran, para cuya adaptación tienen un plazo de 10 años. «No es tampoco que ahora vayamos todos a ampliar los chiringuitos, ni que se nos dé ya de entrada los 200 metros, más los 70 de terraza temporal, no. Esto serán nuevos trámites que habrá que llevar a cabo, nuevos expedientes que abrir uno por uno y pedir cada uno ya sus propias necesidades. Que habrá incluso, quien no quiera o no necesite ampliar su establecimiento», aclara Villafaina.

«Lo que sí está claro, lo importante de verdad es que podemos regularizarnos todos, tener seguridad jurídica, poder hacer nuestras obras, estar como hemos estado siempre luchando por estar a la vanguardia, que nuestro destino sea el mejor destino posible para el turista», comenta Villafaina.

«Ahora eso sí, pienso que el 100% de los chiringuitos de la Costa vamos a realizar reformas, y que seguramente el 90% emprenderemos la adaptación a la ley en el primer año. Nuestra intención es la de modernizarnos, adaptarnos cada vez más para que las personas de movilidad reducida puedan acceder con mayor comodidad a los chiringuitos, poner servicios con cambiadores para bebés, modernizarlo todo, cristaleras, solerías. Tenemos previsto invertir, calculo que entre todos unos 250 millones de euros; ha sido un verano muy bueno que además estamos seguro que va a seguir en esta línea los cinco próximos años por lo menos», concluye Villafaina, certificando que por fin, después de tantos años, soplan buenos vientos, legales y comerciales, para los chiringuitos en Málaga.