«Manten un nuevo hábito durante 21 días y se quedará contigo de manera permanente». No sé quién dijo eso, ni siquiera sé si reproduzco esas palabras con exactitud pero no he parado de escucharlo en lo que va de mes y septiembre ha sido el primero en aplicarse el cuento.

Si el mercurio no sube de los 30 grados durante estos días el próximo lunes podré decir que hemos tenido 21 días de adaptación al otoño. La inestabilidad ha pasado por unas precipitaciones con cierto aire apocalíptico en la costa hasta el terral que con tanto hastío llevan algunos. Yo confío en que no se adapte tan bien y dé una tregua a aquellos que disfrutamos cerveza en mano con el mar dibujando el horizonte.

El otoño viene vestido de flecos, con botines de ante y abrigo extralargo. Los escaparates ya lucen con la gama cromática aburrida de todas las temporadas, salvo la moda deportiva.

Las tiendas se han apuntado este año también al gimnasio y traen auténticas líneas de diseño para lucir modelito. Hay que

sudar, sí, pero si se hace con mallas tricolor y tops flúor, mejor.

La industria de la moda ha encontrado un verdadero filón con esto de la vida sana y los precios invitan a hacerse con alguno de los modelos que muestran.

Todo eso está muy bien, pero la ciudad ha perdido personalidad, por no hablar de las salas de body pump y spinning. Pasear por las calles principales de Berlín o Ámsterdam es similar a bajar la calle Larios. Los gigantes textiles de apellido español o sueco se han asentado hasta en Papúa.

Los defensores a ultranza del capitalismo alegarán los miles de puesto de trabajo que crean y los precios económicos que ofrecen. Desde aquí, gracias. De verdad. Pero las grandes ciudades resultan en algunos casos insulsas. El pequeño comercio también crea empleo y dota de carácter las calles.

Por suerte, Málaga cada vez tiene más locales que apuestan por algo diferente y está demostrado que si el producto gusta, funciona. La próxima apertura es El Desván de Lulú en la calle Fernán González. Empezó con un showroom durante días puntuales y ya ha logrado hacerse con un espacio permanente que abrirá a finales de semana. Tiene otros puntos de venta en Fuengirola y Marbella.

No es el único establecimiento donde encontrar ropa con un sello diferente. Thirty30, Le Coquette, Ópalo, Corazón de Tiza, Míster Koala o Mary & Lucky para los más pequeños de la casa son algunas de las tiendas que habitan en el Centro.

Los mercadillos también se han reinventado en los últimos años y trabajan con diseñadores emergentes y nuevas apuestas que dan aire nuevo a la industria. Todo sea por ampliar la oferta y dar opciones para todos los gustos y bolsillos.

Las tiendas malagueñas creo que aún no trabajan las líneas de ropa deportiva. Habrá que esperar a la próxima temporada a ver si una puede llevar también un modelito diferente con el que sudar y dejarse la piel.