El otoño astronómico comenzará hoy a las 10.21 horas (hora peninsular) y durará 89 días y 20 horas, terminando el 22 de diciembre con el comienzo del invierno, según el Instituto Geográfico Nacional. El inicio astronómico de las estaciones se entiende como el instante en que la Tierra pasa por una determinada posición de su órbita alrededor del Sol. Esta posición, en el caso del otoño, es desde la que el centro del Sol visto desde la Tierra cruza el ecuador celeste en su movimiento hacia el sur. El día en que esto sucede, la duración del día y la noche prácticamente coinciden, y por eso, a esta circunstancia se la llama también equinoccio de otoño. Este puede darse en cuatro fechas distintas, que van del 21 al 24 de septiembre. A lo largo del siglo XXI el otoño se iniciará en los días 22 y 23 de septiembre, siendo su inicio más tempranero el del año 2006 y el inicio más tardío el de 2003.

Antonio Vivaldi expresaba en su obra Las cuatro estaciones (1725): el otoño es época de cosechas, cacerías y paisajes de árboles de hoja seca. El músico italiano compuso, para dar forma a esta descripción, una pieza llena de alegría y vitalidad. Sin embargo, en muchos casos, estos sentimientos no se corresponden con la realidad de las personas que sufren los efectos de su llegada. De este modo, los especialistas del ámbito de la salud mental aseguran que el final del verano y, en consecuencia, el descenso de luz solar de la llegada del otoño puede tener efectos desagradables en los estados anímicos de las personas.

Así, las consecuencias se pueden agravar en los casos de aquellas que sufren depresión o padecen algún tipo de trastorno mental. ¿Cuál es el consejo? Asumir que los cambios estacionales son naturales, cuidar los ritmos horarios, intentar mantener la vida social desarrollada durante el verano y acudir a un profesional en caso de problemas mayores.

El otoño y la primavera son las estaciones del año más influyentes en la sociedad y el factor principal es la ausencia de luz. Ello puede generar bajones anímicos, que se agravan con el llamado síndrome postvacacional, referido a la ansiedad que afronta un profesional a la hora de incorporarse a las tareas laborales. Pese a ello, los expertos insisten en que no hay que dramatizar ni crear alarma, señalando que lo que más afecta es la transformación en el estilo de vida. De este modo, con la llegada del otoño cambian un conjunto de circunstancias, como el hecho de pasar menos tiempo al aire libre y tener que afrontar más responsabilidades.

Según indican los profesionales, la «morriña» por el verano se pasa en seguida y se debe comprender como un proceso natural por el que no hay que preocuparse en exceso. No obstante, no todas las personas responden de igual forma al cambio estacional, ya que depende de la sensibilidad a este tipo de variaciones. Es el caso de aquellos que sufren episodios de depresión o trastorno bipolar.

En estas situaciones, la ayuda de una terapia podría ser suficiente para paliar las sensaciones desapacibles. El cambio horario, sin embargo, puede perjudicar a todos los ciudadanos. El descenso de horas de luz puede generar fácilmente un cúmulo de estados negativos como la tristeza, la apatía, el decaimiento, la irritabilidad, la falta de apetito o la dificultad para la concentración y para conciliar el sueño. De hecho, en algunos países nórdicos y en EEUU, se practican tratamientos como la luminoterapia.