Pronóstico de lluvia. Nubes, cielo engorroso y tiznado. La provincia de Málaga culmina el año hidrológico, que oficialmente se renueva el 1 de octubre, con un balance de precipitaciones que, pese a la despedida efectista de hoy, apenas deja motivos de alegría para las cosechas y para los embalses. Sin llegar a los extremos de sequedad de 2014, cuando únicamente se recogieron 226 litros por metro cuadrado, la falta de agua es evidente y sitúa la marca en un 22 por ciento por debajo de lo que la estadística considera aceptable.

Según informó ayer José María Sánchez-Laulhé, director del Centro Meteorológico de Aemet en Málaga, el curso no ha resultado especialmente copioso. En los últimos doce meses el recuento de precipitaciones es de 418,6 litros. Una cifra muy alejada de la media de la provincia, que, en el periodo comprendido entre 1982 y este ejercicio, alcanza los 535,4. Por segundo año consecutivo, la temporada finaliza con menos precipitaciones de las habituales. Un dato que demuestra que la provincia no está en su momento más lluvioso, pero que, de acuerdo con el especialista, tampoco parece responder a un cambio de tendencia ni a una inclinación sólida. Es más, en la última década, son constantes los vaivenes y la irregularidad, con balances espectaculares y por encima de los 1.000 litros -en 2009 se alcanzaron los 1.044- y registros peores, incluso, que el del pasado invierno. -en 2012 sólo se computaron 355-

Los números aportados por el responsable en Málaga de la Aemet constatan, no obstante, que la provincia ha vivido un ejercicio más seco de lo normal. Las precipitaciones, tan abundantes en otros inviernos, se han convertido en un fenómeno excepcional, sin que la primavera llegara para corregir la estadística y engrosar las reservas hidráulicas. El año hidrológico, sin duda, no será recordado por su aportación. Y prueba de ello son los pantanos, que han visto menguar ostensiblemente su caudal.

En este caso, tampoco se admite otro tipo de lectura. Las cifras son elocuentes. Los embalses de la provincia acumulan actualmente 355,73 hectómetros cúbicos, lo que los acerca al 58 por ciento de su capacidad total. La situación, tampoco en este punto, no es preocupante, pero refleja una pérdida progresiva que ha acabado por sacar a Málaga de la opulencia de principios de la década, cuando dos inviernos consecutivos pródigos en lluvias permitieron a los pantanos salir de su convalecencia y acercarse al máximo permitido.

En apenas un año, las reservas han perdido 55,8 hectómetros. Y han bajado desde la escala del 67 por ciento a la consabida del 58. El descenso obedece fundamentalmente a la falta de lluvia, pero también a una relajación en las costumbres austeras que impuso el último periodo de lucha contra la sequía. Los consumos vuelven a ser significativos. Especialmente, en verano, cuando muchos municipios de la Costa del Sol duplican e, incluso, triplican su población habitual. Nada más que en los meses de junio y julio, sin ir más lejos, Málaga se dejó más del 40 por ciento del agua que suele usar a lo largo de todo el año.

La parquedad del año hidrológico no ha sido, sin embargo, exclusiva de la provincia. De hecho, responde a un patrón que se reproduce en numerosos puntos de España. Y, además, con protagonismo para la primavera, que vino mucho menos revoltosa que en temporadas anteriores.