Alejandro Osuna, de 30 años, resultó mortalmente apuñalado el viernes, 25 de septiembreAlejandro Osuna, en el número 11 de la avenida Antonio Soler de la capital, en la barriada de VPO de Soliva. Desde ese momento, los vecinos han expresado su indignación por lo sucedido. Un morador del mismo edificio fue detenido y enviado a prisión por el homicidio. Ya hay quien, desde las redes sociales, pide que el nombre del joven fallecido, muy querido por sus vecinos, luzca en los parques o las calles de la zona. Pero, al mismo tiempo, los habitantes de la joven barriada se han sentido indignados por el torrente de comentarios que la retratan como un lugar degradado, donde campan a sus anchas la inseguridad y la suciedad, y donde los problemas de convivencia son constantes. Más allá del cliché de rumores maliciosos, Soliva tiene apenas seis años de vida y, aunque aún tiene carencias de equipamientos y servicios, cuenta con en torno a 2.000 habitantes, el 60% de ellos familias jóvenes con hijos, y sus vecinos comienzan a sacudirse los prejuicios y a recordar que, aunque es una desgracia, lo sucedido allí puede pasar en cualquier sitio.

María Díaz es una joven vecina de la barriada, está casada y tiene un niño de un año. «Yo hasta ahora he estado súper a gusto, esto es un barrio muy tranquilo. Me parece que quien dice eso de nosotros no conoce el barrio para nada y ni siquiera ha venido».

José Vila, presidente de la recién constituida Asociación de Vecinos de Soliva, precisa: «Ésta es una barriada tranquila, son cosas puntuales que pueden suceder aquí o en cualquier otro sitio. Hay buena gente». Vila recuerda que el barrio tiene seis años, cuenta con más de 1.200 viviendas y más de 2.000 vecinos, «el 60% gente joven con niños».

De la misma forma se expresa Miguel Guarnido, uno de los primeros vecinos de la barriada, que pertenece al distrito Puerto de la Torre: «Yo llevo aquí cinco años, y estoy contento, es una barriada tranquila, sin problemas y con seguridad. Ocurre lo que puede ocurrir en cualquier lugar».

Alejandro Montiel sí agradecería «más presencial policial», pero rechaza los comentarios sobre problemas de convivencia. «Esto es un barrio obrero, como miles, y no pienso que eso sea así».

El presidente de los vecinos, sin embargo, recuerda que hay barriadas más antiguas con menos servicios: en los últimos meses se ha construido un parque, ahora se están acabando pistas multiusos, ya hay una parada de taxis y el autobús, de la línea 23, entra en el núcleo. Asimismo, su asociación ya cuenta con un local y, en cuanto tengan el mobiliario, la idea es hacer cursos sobre inserción laboral, informática y actos socioculturales en el parque como cine de verano y otros eventos.

«Hemos conseguido que Limasa se haga cargo de la barriada y limpian con frecuencia, aunque habría que mejorar», precisa. También tiene en mente que, en Antonio Soler, haya más zonas verdes con otro tipo de plantas que no sean cactus y pencas. «Queremos más colorido», afirma.

Entre lo que queda por hacer: poner badenes para que los coches vayan más despacio en el barrio, que los camiones de Limasa no pasen por Navarro Ledesma, y mejorar la zona infantil del parque, que no ha gustado a los vecinos. Recuerda José Vila que hay pastillas de terreno previstas para hacer un ambulatorio, y un mercado o una iglesia.

Alejandro Montiel se queja de la zona infantil para los niños, «hay muchos chinos y poca sombra», y el propio Vila, al igual que otros vecinos, considera imprescindible que los numerosos locales de la barriada sean ocupados por comercios para que haya más vida en el barrio. Otro punto coincidente en la visión de los habitantes es la necesidad de que haya sucursales bancarias y un supermercado, ya que, como explica Miguel Guarnido, «hay que hacerlo todo en El Romeral o en Teatinos».

La peluquera Isa Bernal asegura: «Necesitamos un centro de salud, y comercios, que den más vida al barrio, y que la asociación haga actividades para la gente. Y, ya que estamos, un parque en condiciones con mobiliario infantil».

Ana María Ortiz insiste, mientras empuja el carrito de su bebé recién nacido: «Aquí vive todo tipo de gente, pero nada de malas personas. Yo vivo muy tranquila, tenemos comodidad. Somos gente trabajadoras. Tal vez, requerimos más servicios, más comercios, que la gente compre en el barrio, que haya establecimientos de ocio y, claro, en el futuro un instituto y un centro de salud, cosas que hagan el barrio más confortable y no ir al Cónsul o El Romeral».

«Eso pasa en cualquier lado»

Daniel Martín, otro vecino, indica: «Estoy indignado con los comentarios. Me molestan mucho porque no hay inseguridad, eso puede pasar en cualquier lado, mira los ajustes de cuentas que hay en la Costa del Sol».

«El barrio está muy bien, pero va lento. Llevamos seis años aquí y ahora han terminado el parque, pero no lo han acabado. No hay limpieza, necesitamos un centro de salud. Ahí, en la calle Félix Gancedo, se está haciendo ahora una guardería. Es cierto que hay más servicios, pero han tardado», dice Alexis Tapia, quien pasea junto a su pareja, Ruth Jiménez, y su pequeño. Ambos dicen al unísono: «Lo que ha pasado es un caso excepcional. Por un hecho aislado no puedes juzgar al barrio entero. Ahí, en las pistas, siempre hay chavales jugando y no hay problema».

Piden, eso sí, que los autobuses pasen con más frecuencia, papeleras y que se limite la velocidad de los coches. Mientras se explican, varios hombres y mujeres pasan corriendo. «Éste es el barrio de los runners», ironiza Tapia, y añade: «Siempre hay gente haciendo deporte».

Comercios

El barrio hay ya dos cafeterías y una amplia farmacia, así como comercios tales como carnicerías, ultramarinos y peluquerías. Muy poco a poco, la fisonomía urbana de Soliva va cambiando. El metro no queda lejos y la ampliación de la Universidad de Málaga, repleta de nuevas facultades, envuelve esta isla de asfalto cuyos vecinos tratan de sacudirse los prejuicios con que otros muchos pretenden describir un barrio que, o no conocen o han visitado poco, se queja uno de los habitantes de la barriada.

Algunos vecinos relatan que, cuando han ido a otra barriada a tomar algo, les han llegado a decir que les han regalado las casas, cuando muchos de los cientos de propietarios tuvieron que avanzar una importante entrada y ahora pagan religiosamente su hipoteca. También hay pisos de alquiler con derecho a compra, cuyos ocupantes han de afrontar, cómo no, sus mensualidades. Soliva se sacude los prejuicios y reclama su sitio entre los barrios de Málaga, lejos de la mala imagen y de los prejuicios que unos cuantos le atribuyen.