¿Cuánto pasado es capaz de soportar el futuro? Afligido por la necesidad de despejar el horizonte, el PP se ha marcado el reto de sembrar las bases de un proyecto político que quiere afianzarse como la opción preferida por los votantes de una provincia, la de Málaga, que tantas alegrías le ha dado a los populares en el pasado. Hablar a diez años vista multiplica los posibles y la imaginación se dispara. Aún más en política, donde doce meses pueden equivaler lo que el ciclo de vida de un perro en la vida normal. Para bien o para mal. Si no, que se lo pregunten a UPyD, hasta poco alternativa a todo y ahora, o a Pablo Iglesias, que en enero todavía soñaba con conquistar la Moncloa. Aún así, el PP de Málaga se ha propuesto subirse a la máquina del tiempo y celebrar una conferencia política que lleva el nombre de Málaga 2025. Dividida en dos jornadas, ayer se celebró el primer acto con la presencia de varios baluartes del partido. El más destacado entre ellos, el secretario de Estado de Seguridad, Francisco Martínez Soria.

«Hemos venido aquí para abrirnos a la sociedad», resumió la razón de ser de este cónclave otoñal el subdelegado del Gobierno en Andalucía, Antonio Sanz. Su intervención que no estaba prevista, fue como él mismo explicó, un acto de espontaneidad a un guante lanzado por el presidente de la Diputación, Elías Bendodo, que también estuvo presente ayer, y que, hoy, será el encargado de clausurar el cónclave junto al presidente del PP-A, Juanma Moreno.

De entrada, la elección del lugar, el Parador de Golf de Guadalmar, con sus coches de alta gama y el resplandor de un verde limpio como la mañana de primavera, no parece el escenario más adecuado si tu intención es la de adaptarte al nuevo paradigma político y presentarte ante la sociedad como una fuerza abierta y cercana. Si en la política los gestos son tan importantes como las palabras, pocas cosas tan lejos de las preocupaciones del malagueño común como un palo de golf.

Por lo demás, la intención de hablar sobre las bases de un futuro proyecto a largo plazo, pronto sucumbió a la urgencia y el título de la conferencia, esta vez, nunca llegó a ser programa. Los cargos se deciden el próximo 20 de diciembre y algunos de los ayer presentes en 2025, a lo único podrán aspirar, en todo caso, es a mejorar su handicap. Así, las intervenciones de ayer se convirtieron en la campaña electoral de mañana. Una primera avanzadilla de lo que está por venir. Dos meses, sin principales novedades y en los que se repetirá el mensaje central que ya le ha servido al PP como hilo conductor para tejer su telaraña electoral en las pasadas citas autonómicas y municipales: presentar la cita electoral del 20-D como una decisión entre dos modelos de gestión que están separados por un abismo. El del PP, a la vanguardia, y capaz de convertir a España de preocupación en ejemplo a seguir para Europa, y el del PSOE, en palabras del secretario de Estado, Francisco Martínez, «una máquina voraz de devorar empleos».

El PP tiene varias crisis abiertas y sus dirigentes son conscientes de ello. En contra de las posibles alianzas postelectorales, que pueden resultar en un gobierno de izquierdas, los populares necesitan contundencia en las urnas. «Os tienen que doler los pies de patear las calles y os tenéis que quedar afónicos», se dirigió Martínez a los suyos. Entre militantes y simpatizantes, destacó el nutrido grupo de la cantera de Nuevas Generaciones.

Irrupción de Ciudadanos. El partido de Albert Rivera está consiguiendo poco a poco lo que parecía imposible antaño. El milagro de que algunos votantes del PP, fieles por naturaleza, se estén planteando cambiar de papeleta si no lo han hecho ya. La política es el mundo al revés y eso permite señalar directamente sin nombrar a nadie. Martínez lo hizo ayer con Ciudadanos y advirtió de la «incertidumbre» que podría generar una fuerza «sin trayectoria y experiencia».

Sobre Podemos, también sin nombrar a los de morado directamente, se mostró más contundente y aseguró que se presentan para «acabar con todo».

Por su parte, Antonio Sanz, también hizo un llamamiento para asaltar las urnas de manera masiva como si Vicente del Bosque se presentara a las elecciones «España se la juega. Nos jugamos seguir en la buena dirección para salir definitivamente de la crisis y seguir creciendo, o, por el contrario, retroceder y volver a meter a España en el boquete», apuró. Volviendo a la cuestión de cuánto pasado es capaz de soportar el futuro, Sanz dio en la clave y, por si acaso, como lo hacen los hombres de negro, apeló a un borrado de memoria eventual para la causa. «Si alguien tiene algo que reprochar, no es el momento», sentenció dejando claro que la fuerza de un partido radica en una especie de pasión, como el fútbol, que no atiende a razones. En todo caso, a veces, lo que se barre debajo de la alfombra hoy provoca el tropiezo de mañana.