El Juzgado de lo Contencioso-Administrativo número 1 de Málaga ha desestimado el recurso presentado por varios vecinos de la calle Calvo, 21 después de que Urbanismo no admitiera su reclamación de 18.000 euros a cada uno en concepto de responsabilidad patrimonial (12.000 euros) y daños morales (6.000 euros) por la forma en la que se llevó a cabo el 18 de diciembre de 2008 el desalojo de su vivienda en alquiler, demolida por el Ayuntamiento tras se declarada en ruina inminente

.

Miguel Ángel Molina, uno de los inquilinos desalojados, explicó a La Opinión que el camión de la mudanza enviado por el Ayuntamiento llegó cuando ya habían empezado a demolerse las viviendas, por lo que él y la mayoría de los vecinos no pudieron sacar todos sus enseres de casa. «En mi caso me dejé los roperos, que no me cabían en ningún lado, los muebles de la cocina, la nevera, la vitrocerámica... tuvimos que comprar todo de nuevo y no lo veo justo», declaró.

Sin embargo, la sentencia que desestima el recurso y contra la que no cabe recurso de apelación recuerda que durante el juicio se pudieron ver imágenes de televisión aportadas por varios canales, en especial las de Televisión Española, en las que, tras las primeras acciones de la pala excavadora, «este juzgador no apreciaba la existencia de todo el cúmulo de bienes muebles que los recurrentes decían en su escrito de demanda».

Además, tiene en cuenta el testimonio de un representante de la Policía Local que señaló que el camión de la mudanza llegó antes del derribo y que al comienzo de éste «no quedaban más muebles en el edificio que los que los inquilinos quisieron dejar».

A este respecto, la defensa del Ayuntamiento también alegó que a los vecinos se les notificó en varias ocasiones el deber de abandonar el inmueble, «y se le dio un plazo para ello, por lo que lo que no se hubieran llevado al momento del derribo era responsabilidad de los mismos».

Miguel Ángel Molina precisó a este diario que en los vídeos también se aprecian cómo los vecinos sacaban sus enseres y los dejaban en coches utilitarios, lo que prueba que no pudieron salvar todos sus muebles. «Nadie puedo sacar todos los muebles de casa porque no había vehículos grandes. El camión de la mudanza se fue vacío porque cuando llegó ya había empezado la demolición y no se pudo sacar nada».

Al conocer la sentencia declaró que a los vecinos les habían hecho «una faena muy fea, porque tuvimos que comprar de nuevo muchos muebles y también electrodomésticos».

Para Miguel Ángel Molina los antiguos inquilinos de la calle Calvo se han topado con «una lucha de gigantes contra enanos y hemos sido nosotros los que hemos perdido». El 21 de noviembre de 2008 la Gerencia Municipal de Urbanismo decretó la ruina inminente del número 21 de la calle Calvo y el contiguo (el número 19, un almacén) tras el desplome de la pared exterior del edificio habitado, ocurrido una semana antes por las obras de un hotel.

La mayoría de los vecinos tenía contratos verbales con la propietaria, que falleció en 1979, y llevaba más de 30 años viviendo en el edificio, del que se hicieron cargo en el 79 al desentenderse de ellos el administrador del inmueble.

El derribo casi un mes más tarde, a pocos días de la Nochebuena, motivó que la oposición reclamara un rápido realojo que se llevó a cabo en enero de 2009.

Como explicó Miguel Ángel Molina, cinco de las siete familias de la calle Calvo viven ahora en pisos de protección oficial por los que pagan 200 euros de alquiler y 100 de comunidad.