El ceramista Carlos Ruiz de Luna Sánchez (Talavera de la Reina, 1963) falleció en la mañana de ayer en Estepona, en casa de su hermana Carmen después de bregar durante muchos meses con una larga enfermedad que este verano, por un breve periodo de tiempo, le había dado una esperanzadora tregua. El artista deja dos hijos, Sandro y Carlos. Era hijo de Carmen Ruiz de Luna, hermana de Amparo.

Carlos siempre afrontó la enfermedad con entereza y optimismo incluso en los momentos más duros como el pasado 16 de junio, cuando falleció su tía, la también ceramista Amparo Ruiz de Luna, a los 75 años, mientras se recuperaba de una operación.

Sobrino y tía formaron durante un cuarto de siglo una de las parejas de ceramistas más famosas de España, con taller propio en la calle Bodegueros, 52 de Málaga. Entrar en este recinto de arte y belleza era recibir además una dosis de optimismo y risas, pues al temperamento dicharachero y sencillo de Amparo se unía la cercanía y el buen humor perpetuo de Carlos, un creador que como su tía era la antítesis del artista atrapado por su ego. Nada de lo que saliera de las manos de Carlos, por muy maravilloso que fuera, revestía importancia para él y cualquier comentario sobre sus cualidades artísticas lo zanjaba con una tímida sonrisa.

Carlos llegó a Málaga con sólo tres meses y después de formarse en su niñez con su abuelo Juan, siguió la formación junto con su tía pero buscó caminos distintos pues aunque los dos se repartían los encargos más variados, tenía querencia por los trabajos de líneas más modernas y de hecho por puro placer -«para cambiar los encargos diarios que son todos clásicos por algo distinto», confesaba a este diario- cada año preparaba unos cuadros cerámicos vanguardistas, con esmalte tratado, que compartían espacio con los belenes de Amparo en la exposición navideña anual. La última muestra de sobrino y tía tuvo lugar en la Navidad de 2014 en la sala Alfájar de la calle Císter. En el reportaje que entonces les dedicó La Opinión lucieron la simpatía y sencillez de siempre, sin duda las señas de identidad de los Ruiz de Luna junto con sus famosas dotes artísticas.

Carlos era la cuarta generación de los prestigiosos ceramistas de Talavera de la Reina (Toledo). El padre de Amparo y abuelo de Carlos, Juan Ruiz de Luna Arroyo, discípulo de Sorolla, decidió trasladarse a la capital de la Costa del Sol en 1962 por la bonanza económica. Carlos Ruiz de Luna pronto demostró unas cualidades artísticas que en nada desmerecían de las de Amparo. Entre los últimos trabajos conjuntos de los dos ceramistas, los bancos del estanque de los jardines de Pedro Luis Alonso, inaugurados en 2014.

A Carlos Ruiz de Luna, un hombre bueno y de gran corazón, le han quedado muchas cosas por hacer. Entre ellas asistir a la inauguración en Málaga de un museo con las 336 piezas adquiridas por el Ayuntamiento de su abuelo Juan Ruiz de Luna Arroyo. Con él se va un gran artista pero sobre todo una bellísima e inolvidable persona. El entierro será hoy a las 16 horas en Parcemasa. Descanse en paz.