­Después de cinco años riéndose de la justicias británica y española acumulando delitos graves como robos, conspiración, secuestro y asesinato, lo primero que le echaron en cara al fugitivo Darren Kevin O´Flaherty nada más ser detenido fue un asunto menor de seguridad vial. La policía inglesa se puso la medalla de cazarlo en agosto de 2013 en Caernarfon, un paraíso medieval del norte de Gales, mientras el delincuente celebraba su cumpleaños en un restaurante chino, pero el primer juez que trató con él en Merseyside lo envió a prisión por conducir años atrás un Porsche Cayenne sin el carné que le retiraron en 2008 por temerario. Tres meses de cárcel por la infracción, dos más por no pagar la fianza pendiente y la prohibición de agarrar un volante durante los doce siguientes fue el último regalo de su 39 aniversario y el primero de su nueva vida.

La parte más dura del expediente pasó días después a Yorkshire, al norte de Inglaterra, donde estaba reclamado desde 2008 por un golpe cometido dos años antes. Para evitar otra fuga, O´Flaherty compareció por videoconferencia ante la Corte de Leeds por el robo de un tráiler que transportaba 400.000 libras (más de medio millón de euros) en ordenadores, televisores, radios, neveras y otros electrodomésticos. Darren y compañía estaban acusados de asaltar a un conductor mientras dormía dentro del vehículo en un aparcamiento de camiones de la carretera A1. Lo secuestraron a punta de cuchillo durante horas y le obligaron a conducir hasta un almacén cercano a los muelles del puerto de Bootle, al norte de Liverpool. Allí descargaron la mercancía antes de trasladar al conductor y al vehículo hasta un punto limítrofe con el condado de Lancashire, donde liberaron al primero y metieron fuego al segundo. Tanta parafernalia no llegó a chapuza. La policía recuperó todo el género el mismo día y la banda fue acusada formalmente dos años más tarde de robo a mano armada y secuestro.

Mejor fugitivo que delincuente con intelecto, O´Flaherty se esfumó para escalar puestos en la lista de los más buscados de Reino Unido. Su pasado ultraviolento le avalaba, pero las autoridades británicas no supieron nada de él hasta que recibieron en 2010 una llamada telefónica con el prefijo de Málaga. Los investigadores de la Policía Nacional reclamaban información sobre un tipo al que atribuían el asesinato a tiros de un turista irlandés tras un incidente absurdo en el pub Coco´s de Benalmádena. Los agentes españoles señalaron a Darren como el salvaje que perdió los estribos en la cola del baño del establecimiento la noche del 28 de julio. La tardanza de otro cliente le sacó tanto de quicio que casi arranca la puerta e inició una bronca en la que intentó poner paz una tercera persona a la que no conocía de nada. Era John O´Neill, un yesero irlandés de 41 años que disfrutaba de sus primeras vacaciones fuera de su país con su mujer y sus dos hijos para asistir a la boda de un amigo en la Costa del Sol.

Entre empujones y consuelos, O´Flaherty fue expulsado del bar. La cólera se lo comió por dentro y, según la versión policial, sus demonios lo llevaron hasta su casa para que cogiera un revólver del calibre 38 que empuñó hasta su regreso al Coco´s. Ciego de rabia, al menos disparó tres veces. Dos balas alcanzaron a O´Neill delante de su esposa y amigos. Herido en el costado derecho y en el estómago, salió del bar y dio unos pasos antes de desplomarse y morir junto a una parada de autobús de la avenida Antonio Machado. O´Flaherty volvió a desaparecer, aunque la policía española localizó la madriguera que compartía con su novia, algunas prendas que lo implicaban en el crimen y un pasaporte irlandés falsificado que ponía rostro al fantasma.

Al otro lado del teléfono, el silencio de la policía británica gritaba resignación. Sabían que el terrible temperamento de Darren era una bomba de relojería que tarde o temprano estallaría por muy lejos que se escondiera. Los investigadores españoles lo entendieron mejor con el informe de sus antecedentes en la mano. El expediente describía a un pandillero venido a más al que se le quedaron pequeñas las calles de Kirkby, una verde ciudad situada a diez kilómetros de Liverpool. En 1995, con 21 años, fue condenado a cinco de cárcel por apuñalar nueve veces en la espalda a un joven durante una pelea en la puerta de un club nocturno. El agresor aprovechó que su rival había tropezado cuando intentaba huir y lo acuchilló sin piedad mientras se incorporaba. Le perforó un pulmón. La víctima sobrevivió al ataque, no al arrepentimiento de O´Flaherty, que tras escuchar la sentencia de cinco años dijo alto y claro en la sala: «No os preocupéis, he estado más tiempo haciendo cola para cenar».

En octubre de 1999, liberado antes de tiempo, volvió a los tribunales por abrirle la cabeza a un oficial de policía en uno de sus prontos. Las lesiones fueron graves y regresó a prisión varios años. No fue suficiente. En 2006 participó en el robo del tráiler por el que en enero del año pasado, durante el juicio en el que también admitió planear el asalto a un camión cargado de cigarrillos, fue condenado a 30 meses de presidio. La pasada primavera, después de un año de requerimientos por parte del titular del Juzgado de Instrucción número 4 de Torremolinos, Reino Unido accedió a extraditar a O´Flaherty para que se pudiera al día con España. El juez lo envió directamente a prisión imputado por el asesinato de John O´Neill, otros cuatro homicidios en grado de tentativa, tenencia ilícita de armas y falsificación de documentos.

John O´NeillLa víctima

Este turista murió en un bar de Benalmádena minutos después de intentar calmar a O´Flaherty durante uno de sus ataques de ira. No se conocían de nada.

Darren Kevin O´FlahertyMuy peligroso

Tiene 41 años y un temperamento explosivo. El tiempo que estuvo en busca y captura, entre 2008 y 2013, escaló puestos en la lista de los hombres más buscados por Reino Unido.