­La Diputación tomó ayer la decisión de superar temporalmente su inclinación natural a convertir los plenos ordinarios en una consagrada cita con la bronca y el griterío. Los diputados adoptaron una actitud de consenso que, aunque a ratos intentó escabullirse, sirvió, sobre todo, para impulsar la solución a algunos de los grandes crucigramas de la provincia. Tanto por su magnitud, como por su dilatación en el tiempo. En un ambiente inusual por tanto buenrollismo inicial, el equipo de gobierno consiguió que salieran adelante por unanimidad varias cuestiones de vital importancia para la provincia: el plan de concertación y la modificación presupuestaria de 800.000 euros que servirá para concluir el vial del chare del Guadalhorce -sobre cuyo futuro informa este periódico hoy en la página 4-.

Interrumpió en los momentos de debate metalingüístico entre Bendodo y Conejo el portavoz de Ciudadanos, Gonzalo Sichar, para reclamar eso de «esta casa es mía». En la formación naranja andan un poco molestos con otro caso de supuesto trato discrecional, en este caso, por parte de la prensa. Acusan a los medios de ningunear sus propuestas y permitir que sean otros los que se pongan los blasones. En el caso del Chare, Ciudadanos denuncia la actitud de la parlamentaria andaluza,Esperanza Oña, que tardó el parpadeo de un colibrí en decir que, si la apertura del hospital ahora se ve más cerca que nunca, es gracias al Partido Popular. Sichar pidió visibilidad para su formación y recordó que este acuerdo no hubiera sido posible sin la voluntad de Teresa Pardo, diputada por Ciudadanos y, a la vez, concejala en Cártama. Pero, de reconocer la labor de Pardo y su capacidad de sentar en una misma mesa a un alcalde socialista y al presidente de la Diputación, desconectando el asunto de intereses partidistas, a replegarse en un ideario de conspiración mediática hay un mundo.

Aún así, Bendodo, en su permanente actitud de agasajar a los de naranja, se mostró generoso y resaltó el papel protagonista de Pardo en esta negociación. También, en riguroso consenso, se dio la salida definitiva al Plan de Asistencia y Cooperación (antigua concertación). En 2016, la inversión realizada en los municipios con menos de 25.000 habitantes pasará a 24,7 millones de euros. Un aumento del 10 por ciento, que se podría ver incrementado en un 20 por ciento, si el superávit que prevé el Gobierno para el presente ejercicio lo permite.

Por primera vez en la historia de la Diputación, este acuerdo se hizo extensible a la totalidad de la legislatura y prevé una nueva subida anual del 10 por ciento cada año hasta 2019.

Transparencia gripada. Si hay términos que definitivamente van como un tiro para relevar en la lista de palabras odiosas a «start-ups» o «sinergia», esos son «regeneración democrática» o «buen gobierno». La segunda parte del pleno de ayer fue una sucesión de alusiones a este lenguaje alambicado, que ahora se ha puesto tan de moda, y que lleva meses acaparando gran parte del debate político en la Diputación.

Desnudar hasta el último céntimo de dinero público es algo que se presupone. Que no sea así, hasta el momento, es tan revelador como las ansias de Ciudadanos de presentarse como los defensores de la pulcritud. Ensalzados en un debate a dos con el PSOE, finalmente salió adelante la moción de Ciudadanos para crear un nuevo portal de transparencia. La moción socialista, que iba más allá y pretendía, entre otros puntos, que los diputados tuvieran la obligación de publicar sus retribuciones, fue rechazada por Ciudadanos y PP. Sichar argumentó que estaba de acuerdo en algunos puntos, pero consideró que la moción «era un batiburrillo de cuestiones».

Después de una vuelta por los pasillos de la institución, con todos sus técnicos y sus cargos de confianza aflorando, uno podría pensar que presumir tanto de transparencia y de regeneración democrática es porque en realidad aún reina lo opaco. El lío seguirá. Seguramente, en torno a una nueva mesa de trabajo. Ya van once y los diputados camino de verse desbordados.