Antonio de Linares Castro, presidente del consejo de administración, quiso hacer realidad lo que planteaba en una revista un experto alemán: «Los centros psiquiátricos debían desarrollarse en un área grande, con un edificio principal para recibir y estudiar a los pacientes y una vez catalogados se distribuían en diferentes módulos en los que fueran tratados por un trabajador social, un psicólogo y viviendo cada núcleo en comunidad».

Así nació en 2005 la Comunidad Terapéutica de San Antonio, en la calle Extremadura, 8 del Palo, a cinco minutos a pie del edificio principal, el Hospital Psiquiátrico San Francisco de Asís, fundado por su abuelo, Francisco de Linares Vivar, un 15 de septiembre de 1935. «He intentado aplicar aquí este concepto, esta es la primera casa que se hace independiente en un área cerca y la idea es, si la cosa continúa, tener más casas como esta alrededor de la casa central», detalla.

Nada diferencia la comunidad terapéutica de cualquier otro chalé del entorno. En el interior, tres plantas, 15 habitaciones y entre otras dependencias un amplio salón en el que al mediodía sólo tres personas ven la tele. La mayoría de los pacientes toma parte, en el soportal junto al jardín con vistas al mar, de una clase de psicomotricidad.

«A la comunidad van normalmente los pacientes que primero ingresan en San Francisco y cuando se estabilizan ingresan en la comunidad terapéutica. Durante el día no estamos ni los psiquiatras ni lo psicólogos, es más residencial y el ambiente para ellos es mejor. Sobre todo son casos más leves», resume la psiquiatra Isabel Iglesias.

En San Antonio conviven 35 pacientes y en todo el complejo hospitalario 180, atendidos por 110 trabajadores entre empleo directo e indirecto. Además, como recuerda el periodista y locutor de Es Radio Francisco de Linares, hermano de Antonio y relaciones institucionales del hospital, «tenemos el ratio de psiquiatras por paciente más alto de Andalucía».

Uno de los internos de la comunidad terapéutica, nacido en el Norte de España, cuenta que lleva en ella tres semanas «y la experiencia es muy buena porque puedes hacer amigos y tener vida propia». Se levanta a las 8 y luego puede escoger entre los talleres que ofrece el centro, los que también se imparten en San Francisco o hacer «lo que quiera»: «En verano me voy a la playa a darme un bañito, puedo darme una vuelta, tomarme un refresquito por ahí... estoy muy bien, muy relajado y tranquilo», confiesa.

En este sentido, Isabel Iglesias señala que «pacientes sin una patología grave se recuperan mejor aquí».

La coordinadora de la comunidad terapéutica es Dolores Santiago, quien subraya que «la convivencia es muy buena, suele ser cordial y hay mucho compañerismo» y cuenta cómo a lo largo del año se organizan visitas guiadas por Málaga. A su lado está Rocío Fernández, la trabajadora social, que explica que «al principio, cuando viene un paciente llega muy reticente pero casi todos cuando se dan de alta dicen: Ha sido una de las mejores experiencias que he tenido nunca».

Lo ratifica una paciente que llegó a San Francisco con crisis de ansiedad: «Estoy tan a gusto que si me dijeran, vete a tu casa, lloraría». En Málaga ya funciona la Psiquiatría del futuro.