Las inversiones de Urbanismo siguen sin levantar cabeza. La cifra destinada a infraestructuras se ha desplomado un 60% en seis años de crisis, quedándose en sólo 32,5 millones de euros destinados a obras durante el año pasado. Muy lejos quedan los 80,8 millones de 2008 e, incluso, los 42,4 millones de 2013 y que, hasta el año pasado, representaba el mínimo destinado a inversión desde 2006, año en el que comenzaron a tomarse estos datos.

Estas cifras ponen de manifiesto la debilidad inversora de la Gerencia de Urbanismo si se compara con los ejercicios precedentes, en los que el nivel de ingresos era mucho mayor y la disponibilidad económica duplicaba la actual. Como dato significativo basta comparar la inversión por habitante de Urbanismo en estos años. De los 139,90 euros por habitantes que registró en 2008, año de mayor inversión municipal con diferencia, el año pasado se quedó en 56,56 euros por habitante. Una cifra que es casi un tercio de la obtenida seis años antes.

La caída ha sido progresiva y sin pausa desde 2008, pasando de 139,90 euros por habitante a 131,93 euros en 2009; 128,09 euros en 2010; 79,67 euros en 2011; los 69,80 euros de 2012 y los 76,63 euros de 2013. Pero el año pasado el descenso de la inversión por habitante alcanzó el 26,2%, situando esta cifra en mínimos.

Revisando la serie anual de la inversión por habitante se aprecia que la gran caída se produjo en 2011, explicación que se encuentra en el final de los llamados Planes ZP de los años 2009 y 2010, que mantuvieron de forma artificial el nivel de inversión en infraestructura.

A partir de ese año, Urbanismo ha protagonizado un duro ajuste en los gastos para acondicionar su actividad a su disponibilidad económica real. Muy mermada por falta de ingresos. De hecho, sus gastos se han reducido de forma paulatina desde 2009, cuando marcó un máximo con 123 millones de euros para sostener la estructura de la Gerencia. En 2014 se quedaron en 45 millones.

Sin ingresos. La principal razón de esta caída de la inversión hay que buscarla en el brutal descenso de los ingresos urbanísticos, que durante años alimentaron las arcas municipales aportando uno de cada cuatro euros del presupuesto, pero que ahora apenas representan el 6% del total.

Hay menos licencias de construcción, no se venden parcelas municipales y los ingresos asociados a grandes obras de construcción, por tanto, siguen en mínimos, como ocurre con los aprovechamientos urbanísticos, las cargas externas, las catas arqueológicas o los convenios urbanísticos.

Todo esto, trasladado a cifras, nos muestran un descenso brutal en la financiación de Urbanismo. Frente a los más de 300 millones que se ingresaron en los ejercicios 2006, 2007 y 2008, incluso rozando los 400 millones en 2007, las cifras del año pasado se quedaron en unos discretos 6,1 millones.

Esta cifra sigue a la baja incluso con los ya disminuidos ingresos del año 2013, cuando se recaudaron 7,79 millones de euros en todo el ejercicio.

No obstante, va a ser muy complicado alcanzar de nuevo las cifras de los años previos a la crisis, donde la desaforada demanda de suelos para desarrollar disparó los ingresos por venta de suelo de la Gerencia de Urbanismo.

Pese a este panorama desolador hay algún aspecto que invita a un moderado optimismo. Los ingresos por licencias de obra repuntaron el año pasado y respecto al ejercicio precedente, con un 38 por ciento más. Esto supone que la recaudación por este concepto pasó de los 2,52 millones de euros del año 2013 a los 3,48 millones del pasado.

Las cifras no son para tirar cohetes, pero muestran un incremento de la actividad de la construcción en Málaga que se puede concretar en los años siguientes. Además, con estas magnitudes la Gerencia de Urbanismo recupera las cifras del año 2010 y sienta las bases para aumentar los ingresos por otros conceptos relacionados con el desarrollo urbanístico y que en los últimos cuatro años han sido casi inexistentes.