­Cuando, cada dos semanas, llega pescado congelado a la asociación Hermandad Blanca de Soliva, en la calle Manuel Flores Calderón, la presidenta, Rafaela Rosa Huesca, debe llamar a todas las familias para repartirlo en seguida. «No tenemos luz, así que no hay nevera ni congelador», cuenta. Le pasó hace unas semanas, cuando donaron 250 cajas de gambas: «Cada familia se llevó cinco kilos. Toda la barriada estuvo comiendo gambas».

No es, ni mucho menos, una situación aislada. La Hermandad Blanca lleva tres años en un local municipal sin instalación eléctrica. «Hay que repartir rápido, antes de que se haga de noche», cuenta. La causa: no tienen dinero para la instalación. «Cuesta mil o dos mil euros y no tenemos. Lo que sí hemos puesto, ahorrando mucho, es el agua porque son 200 y pico de euros», señala.

Pese a estas evidentes carencias, la asociación atiende a unas 400 familias, a las que les reparte comida todos los viernes después de muchas horas de intenso trabajo de los voluntarios. El pasado viernes, por ejemplo, los voluntarios acababan de llegar a la sede a la 1 de la tarde después de siete horas de búsqueda de alimento. «A nosotros Bancosol no nos da alimentos, así que vamos a Mercamálaga y polígonos a buscarnos la vida», cuenta Rafaela.

A su lado descarga cajas de fruta y verdura Silvia, su hija y secretaria de la asociación, que confiesa que «la situación es un poquito precaria, tenemos ganas de hacer cosas y nos ponen muchas trabas».

La situación de la Hermandad Blanca puede mejorar si finalmente pueden trasladarse al nuevo local que el Ayuntamiento le cede como alternativa al actual en la misma calle, justo enfrente, después de que los vecinos del bloque en el que se encuentra la asociación pidieran la marcha de la Hermandad Blanca. «Dicen que hay mal olor y aquí huele a verdura y fruta», responde la presidenta. Además, el Consistorio le ha concedido una subvención de 43.000 euros para adecuar el local. La presidenta cuenta que tiene el visto bueno (por unanimidad) de 43 vecinos de los bloques de enfrente, a los que les parece bien que la asociación trabaje allí, por eso no se explica el retraso: «Hace 14 meses que nos ofrecieron el nuevo local. Hace cuatro meses que el concejal Francisco Pomares me dijo que iba a hacer otra reunión con los vecinos, cuando no hace falta porque ya ha habido unanimidad. Desde entonces no he vuelto a saber nada él», lamenta.

Rafaela, mujer maltratada, tuvo que criar a sus 7 hijos sola. Con un 66% de minusvalía, hace seis años creó la Hermandad Blanca para ayudar a maltratadas y familias con necesidades. En el nuevo local espera poder organizar talleres y contar con nevera y congelador. Una de sus penas: la carencia de alimentos infantiles. Las cosas mejorarán en el nuevo local. Si por fin llega.