Nació en Alfarnate pero se vino a la capital con apenas tres años cuando su padre, que era labrador, entró a trabajar en la desaparecida fábrica del Amoniaco. Luego se fue a Madrid a estudiar Telecomunicaciones y en 1988 inició su carrera en la división de radar de Ceselsa (Indra) como ingeniero de software de tiempo real. A finales de 1990 se incorporó como profesor a la Universidad de Málaga, desde donde ha participado en proyectos de transferencia de conocimiento con empresas como Telefónica I+D, Eliop y Fujitsu. En 2008 fue elegido director del departamento de Tecnología Electrónica y desde 2012 dirige la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Telecomunicación.

La escuela de Telecomunicaciones de Málaga es uno de los referentes de la UMA y está considerada uno de los viveros del Parque Tecnológico de Andalucía (PTA) ¿Cuál es su situación en cuanto a nuevas vocaciones?

Actualmente, tenemos más de 330 alumnos de nuevo ingreso en los grados aunque con los traslados que recibimos de estudiantes de otras ramas y los másteres la cifra supera los 460. En la escuela, en total, hay unos 1.300 alumnos. La cifra de ingresos bajó en relación a la que había hace años debido a que en Andalucía otros centros comenzaron a impartir estudios en el ámbito de las telecomunicaciones como en Sevilla y en Granada. Eso se notó. Tocamos fondo en 2007 y 2008, cuando entraron sólo 220 nuevos alumnos pero desde entonces, y a base de mucho esfuerzo, venimos remontando. El subdirector de estudiantes, por ejemplo, se hizo muchos kilómetros este año y visitó 32 institutos de Málaga para informar a los alumnos sobre estos estudios. Nuestro objetivo es alcanzar los 350 nuevos alumnos matriculados cada año, aparte de los que lleguen luego por traslados. Tenemos el problema de que la tasa de abandono es muy alta, en torno al 30%. Los alumnos se cambian de carrera dentro del centro, y eso incrementa la citada tasa, o directamente abandonan. Son estudios duros, como los de cualquier ingeniería y exigen gente que tenga hábitos de estudio, capacidad de sacrificio y una destreza matemática que otras carreras no exigen.

¿Cree que ha bajado también el interés por estudiar teleco?

A principios de los 90, cuando sólo estaban consolidadas las escuelas de Madrid, Barcelona y empezaron a crearse otras, la de Málaga ostentaba la nota de corte más alta de España. Ahora la nota de corte en Sonido e Imagen está en 7 sobre 14 y la del resto de grados en algo más de un 5. Eso se debe a varios factores. Hay casi 40 escuelas en España que tienen algún título del ámbito de las Telecomunicaciones. Estudiar Ingeniería de Telecomunicación en los años 90 era un reto. Había pocas escuelas y se ganaba profesionalmente bastante dinero. Pero es la ley de la oferta y la demanda. El hecho de que hayan proliferado estos estudios ha hecho que los sueldos, con los años, se hayan reducido. De todos modos, un teleco suele ganar de media más que otros ingenieros. Es un profesional bien remunerado. Tenemos un estudio nacional que afirma que los salarios a los cinco años de trabajo en España suelen rondar los 40.000 euros anuales. Y si te vas a países como Alemania puedes ganar mucho más. De hecho, la mentalidad de un teleco suele ser más aventurera que la del resto. Están más dispuestos a salir al exterior.

En cualquier caso, siempre se ha dicho que son estudios con muchas salidas profesionales.

La inserción laboral la mide la UMA y es bastante alta. La tasa de paro entre estos profesionales es de sólo el 5%, según el último análisis realizado por el Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicación. En Málaga, muchos alumnos que acaban sus estudios entran a trabajar en el PTA o se van, por ejemplo, a Madrid o a Alemania. Nosotros tenemos desde hace unos años un convenio de colaboración con la agencia alemana DLR y cada año entorno a diez estudiantes se van becados a realizar su trabajo fin de estudios.

¿Qué percepción tiene de los salarios que se cobran en el PTA, donde hay trabajadores que no pasan de mileuristas?, ¿cree que el parque vende ese concepto de salarios bajos como cierto gancho?

Es cierto que en Málaga los sueldos son más bajos, pero también es debido a que el coste de la vida no es el mismo que en Madrid, Barcelona y otros puntos de Europa. En el PTA es muy común empezar de mileurista o con alguna beca. Esa frontera se debe superar en unos dos años pero siempre que el trabajador esté continuamente formándose. En este sector no te puedes quedar estancado. Y hay empresas como Ericsson, Ingenia, Airzone, AT4 Wireless, Keysight o Arpa Solutions, entre otras, que contratan a personas desde el principio con sueldos razonables y me consta que en Ericsson los sueldos son competitivos. Es verdad que luego hay otras empresas que sí tienen fama declarada de pagar poco, sobre todo en perfiles más relacionados con el software. Pero no pienso que sea el PTA el que juegue a eso como factor de enganche. Antes un teleco, por el mero hecho de serlo, tenía un salario del que no bajaba. Había pocas escuelas y una criba impresionante en los primeros cursos. Ahora que hay muchas más y salen más ingenieros todo eso ya no está garantizado. En cualquier caso creo que, en este contexto, la escuela de Málaga está muy bien valorada en el panorama nacional por su trayectoria de 27 años y porque es genuina de telecomunicaciones. Otras dependen de informática o industriales.

Hay voces que afirman que ya no es necesario estar en el PTA para emprender en el campo de la tecnología ¿Qué opina?

No hace falta, efectivamente, estar en el PTA para poner en marcha un proyecto tecnológico o de telecomunicaciones pero para poder desarrollarlo tienes que haber aprendido antes en este tipo de empresas. Y en ese sentido, el hecho de estar en el PTA te ofrece unas grandes sinergias y la posibilidad de intercambiar impresiones con gente muy interesante. El que va por libre es porque puede, y está por ejemplo el caso de Bernardo Quintero, el fundador de Virus Total, que es un crack. Pero yo le doy mucho valor al parque en sí. Es un gran referente y un valor para Málaga. En la escuela, tenemos con el PTA una relación muy fluida, con convenios y proyectos de investigación con algunas de sus empresas que revierten positivamente para ambas partes.

¿Qué piensa del papel de promoción del Club Málaga Valley, que está muy en entredicho?

Al Málaga Valley lo veo como un escaparate, una operación de marketing y una oportunidad para todas las empresas tecnológicas de Málaga de ponerse en contacto con los responsables de firmas muy potentes. Lo que no sé valorar es si con lo que cuesta -unos 175.000 euros al año- es rentable o si ese dinero podría dedicarse mejor a financiar a startups. Su eficacia no se puede medir matemáticamente. Llevo asistiendo tres años y he apreciado que sí sirve para hacer una red de contactos. Luego están las ponencias y las mesas redondas, que a veces son más interesantes y otras menos. No lo veo mal pero no lo que no sé es si sale caro o barato y si es eficaz. Eso quienes deben valorarlo más son los empresarios del sector.

¿Por qué aquí es tan difícil que una nueva empresa tecnológica crezca, como ocurre en EEUU?

Somos tan buenos como en EEUU. Tenemos el mismo talento o incluso más pero allí hay una cultura con menor miedo al fracaso que en España y también inversores que apuestan más por la tecnología. Aquí se opta por sectores más seguros. Invertir en tecnología es siempre más arriesgado aunque los beneficios, al final, puedan ser mayores. Es como meter el dinero a plazo fijo o en la Bolsa. Necesitamos a más personas de ese perfil. Me consta que hay grandes empresas que están mentorizando a recién licenciados de aquí con nuevas ideas, y personas como Manuel Melero, de Ericsson, o Joaquín Cuenca, que ayudan mucho en este sentido. Ideas no nos faltan pero sí más gente con olfato que quiera invertir en ellas.