El Club Málaga Valley intentó ayer reivindicarse frente a las críticas recibidas desde diversos sectores por la escasa presencia que el empresariado local tiene en sus sesiones y por la carencia de resultados tangibles para la ciudad en sus casi diez años de trayectoria. La decimonovena reunión de presidentes, que abordó en esta ocasión el tema de los «Nuevos Modelos de Negocio en la Tecnología Digital», dio así mucha más voz de lo habitual a empresarios de la provincia y otorgó una de las ponencias, por primera vez, a un malagueño (Diego Jiménez, cofundador de empresas como QueHoteles.com o Agapea). La jornada también incluyó una intervención más sentida de lo habitual del presidente del Club, Javier Cremades, que defendió los beneficios que, a su juicio, esta iniciativa ha dejado en la capital desde su creación en 2006 aunque sin aportar de momento cifras. «Ya no son las ciudades ni los estados, sino los ciudadanos inteligentes y los líderes que crean proyectos los que eligen los territorios desde donde operar, y Málaga va a tener un papel en el futuro porque ha sabido crear una marca y un ecosistema que la han hecho visible a nivel nacional y sobre todo internacional», aseguró Cremades, que destacó a la ciudad como un «polo de atracción» de proyectos.

El presidente del Málaga Valley anunció que esta iniciativa -a la que el Ayuntamiento destina 175.000 euros anuales- tiene intención de recapitular próximamente su aportación a la ciudad ahora que se acerca su décimo aniversario y su vigésima reunión. «Cuando este club nació pidió una década para ofrecer un resultado y poder medir lo que significaba la creación de una marca, y pronto lo vamos a poder expresar con un balance», apuntó momentos antes de empezar la sesión. Sí admitió posteriormente ante los cerca de 200 asistentes a la cita, celebrada en el Teatro Echegaray, que el club debe «seguir reinventándose y cambiando para mejorar» y que tratarán desde ahora de ser más «impulsivos, ambiciosos y locales». De hecho, la ponencia de Jiménez fue destacada por Cremades como un «pequeño guiño» a los empresarios malagueños y a su «talento y visión global».

Cremades puso como ejemplo a seguir el entorno de Palo Alto y San José, en el Silicon Valley californiano, ciudades que han conseguido erigirse como «nuevos centros de decisión de economías más competitivas». En su opinión, es la «marca diferenciada» lo que hace distinguirse a las ciudades y afirmó que, en este sentido, Málaga «está haciendo su trabajo, su papel, tratando de manera inteligente de jugar sus fortalezas». Según Cremades, el Málaga Valley recibe cada vez más referencias internacionales como «una marca que funciona en España». El alcalde, Francisco de la Torre, añadió que el club «ha aportado muchísimo» para que Málaga sea «una ciudad tecnológica de vanguardia».

La sesión plenaria contó con las intervenciones del presidente de Telefónica Open Future, Luis Solana, y del presidente de Accenture, Vicente Moreno, además de la citada de Diego Jiménez, de Hoteles.com. En el turno de debate hubo tiempo para que empresarios malagueños ofrecieran su experiencia. Así, la marbellí Kibo Studios, desarrolladora de las Google Glass, dijo que ahora mismo trabajan en un proyecto para personas diabéticas. El empresario Alberto Rojas habló de su recién inaugurado edificio de coworking Synergia en Torremolinos, destinado a proyectos de turismo, audiovisual y nuevas tecnologías (con tirito incluido al «desinterés» de Promálaga en acoger el proyecto), mientras que el consejero delegado de Top Digital, Santiago Lucas, recordó que las startups, además de tener buenas ideas, necesitan un proyecto empresarial. También habló el director de la oficina de Oracle en Málaga, David Arenal, que destacó lo acogidos que se sienten en la capital los trabajadores foráneos. «En Oracle somos 500 personas, muchos de ellas extranjeras. Y aquí se sienten como en casa. Son personas que ya están creando familias y proyectos en Málaga», relató.