En mayo de este año la finca privada El Roquero fue noticia porque varios vecinos de Campanillas y su asociación de vecinos cortaron el paso a decenas de coches que, procedentes del PTA, la cruzaban campo a través para ahorrarse el embudo de tráfico de todas las tardes, un espectáculo que se producía desde hacía unos cuatro años. Hartos de la polvareda, fue su manera de protestar.

En la finca, asomada a la calle principal del barrio, se celebra además la feria del distrito. Se trata de unos terrenos muy tentadores para los coches del PTA desde que desaparecieron los bancales y el Consistorio aplanó la zona para la feria, explican los vecinos, que hace dos semanas impidieron que un conductor, armado con unos alicates, abriera la puerta de la valla colocada por el Ayuntamiento. «Ya tenían los alicates listos pero al final se fueron. Me dijeron que es que no había ningún cartel que dijera que por ahí no pueden pasar. Por esa regla de tres entro en su casa y le pego una patada a la puerta porque no hay cartel», razona José Fernández, uno de los vecinos afectados.

Al parecer, las aguas están aplacadas. Como cuentan los vecinos, desde entonces no ha habido más intentos de forzar la valla y los conductores del PTA han dejado de atravesar la finca. Pero hay un problema: los terrenos de El Roquero se han utilizado durante años de aparcamiento para el vecino campo de fútbol de Campanillas y se ha quedado sin parking.

La consecuencia la describe Carlos Oliva, que vive a pocos metros del campo de fútbol: «Cuando hay partido los coches aparcan en doble fila, en lo alto de la acera y venga a dar vueltas».

La presidenta vecinal, Carmela Fernández, alerta de que, si sigue la acumulación de coches, «cualquier día un coche coge a un niño con tantos coches pasando».

Por este motivo, la asociación de vecinos de Campanillas reclama que los terrenos de la finca vuelvan a usarse de aparcamiento para los usuarios del campo municipal. «Eso es algo que no molesta a los vecinos porque lo ven muy necesario», precisa Carmela Fernández. Así lo subraya Loli Urbano, al frente de un restaurante en las inmediaciones: «No nos molesta, al revés, es bueno para los niños, lo que nos molestaba era que la finca era a veces una carrera de galgos y se adelantaban unos a otros.

A su lado está Milagros Ramos, que también quiere dejar clara la postura de los vecinos: «Con el campo de fútbol no tendríamos problema», subraya.

La preocupación, claro está, es que con la apertura de la finca volviera a repetirse el paso de los coches del PTA. Por este motivo, la presidenta Carmela Fernández propone al Ayuntamiento, que al igual que aplanó los terrenos para la feria, ahora «ponga un montículo de arena cerca de la casa de la finca para que los coches del PTA no entren y se pueda aparcar, porque hay 500 y pico de niños jugando y cuando vienen a jugar los de fuera vienen en autobuses que no tienen dónde aparcar».

Carmela Fernández recalca que esta medida «no es ir contra los trabajadores del Parque, estoy a favor de ellos, y por eso pido que se arregle el problema tan grave que tienen con buenas comunicaciones y así puedan entrar y salir del PTA dignamente».

La concejala de Campanillas, Elvira Maeso, declaró a La Opinión que al Ayuntamiento, por un convenio de cesión, «todos los años el propietario nos deja los terrenos para la feria con el compromiso de vallarlos después». La concejala subrayó que se trata de una propiedad privada y que por tanto no puede ni autorizar aparcamientos ni bloquear el camino a los coches del PTA como piden los vecinos.