La apuesta por la innovación que defendía el Club Málaga Valley la va a tener que aplicar a su propio funcionamiento. Se ha quedado sin la financiación municipal que permitía mantener su actividad, con dos reuniones semestrales de altos directivos de multinacionales tecnológicas en la ciudad.

No es algo que haya cogido por sorpresa a nadie, ya que las críticas sobre su utilidad se habían recrudecido últimamente. Tanto los grupos políticos del Ayuntamiento como empresarios lamentaban la ausencia de emprendedores locales o de actuaciones concretas que permitiesen justificar los 175.000 euros anuales concedidos por el Ayuntamiento de Málaga para su actividad. Esta cifra ascendía a 1,3 millones de euros tras una década de actividad en la ciudad organizando los encuentros de directivos.

De fondo hay un problema de expectativas y la imposibilidad de medir los supuestos beneficios intangibles aportados. Al menos así lo ve el concejal de Nuevas Tecnologías y portavoz del grupo municipal del PP, Mario Cortés. Tras lamentar la pérdida de apoyo financiero, aprobada el jueves en pleno sólo con el voto en contra del PP, insiste en que las reuniones de directivos han sido claves para que ahora Málaga sea conocida a nivel internacional como una ciudad volcada en las nuevas tecnologías y la innovación.

Cortés considera que el Club de Málaga Valley, presidido por el abogado Javier Cremades, fue el «embrión para que los sectores tecnológicos hayan apostado por Málaga, ha sido nuestra carta de presentación y ahora nadie discute que Málaga es una ciudad tecnológica». Otra cosa es que no se haya sabido transmitir cuál era el objetivo y que los resultados «sean intangibles, aunque están ahí».

El concejal de Nuevas Tecnologías resalta que hace diez años no era posible que Málaga, por sí sola, fuera capaz de atraer a muchos altos directivos de multinacionales, algo que se ha logrado porque «Cremades está muy bien conectado con multinacionales y aprovecharon esa cartera de contactos». «La potencia de estos eventos no es traer ponentes importantes, sino que los que vienen a escuchar sean personas que podrían ser ponentes por su importancia. El público son los propios presidentes de las compañía, que es algo no tan fácil de conseguir», insiste Cortés.

No obstante, Mario Cortés también hace autocrítica y reconoce que el empresariado local ha estado ajeno a estos eventos hasta las últimas ediciones, cuando se le ha empezado a dar más cabida. Además, afirma que al concepto del club y de las reuniones de directivos «hay que darle una vuelta porque el evento es un modelo agotado, pero otra cosa es eliminarlo». En su opinión «hay posibilidades de darle otro perfil al evento y buscar un hecho diferenciador», aunque ya tendrá que ser con patrocinio privado.

El director del PTA, Felipe Romera, coincide en parte con los argumentos de Mario Cortés. Él concibe la iniciativa de Málaga Valley como una gran operación de marketing que ha servido para poner a Málaga en el mapa de muchas empresas tecnológicas. «Se ha promocionado la ciudad, convirtiéndola en un lugar de encuentro con personas de influencia en el mundo, otra cosa son las expectativas que se han creado», subraya Romera, quien destaca que la acción de Málaga Valley ha sido positiva para el PTA «porque nos ha ayudado a contactar con gente y transmitir una buena imagen».

«Si Málaga Valley lo entendemos como un elemento de promoción de la ciudad, el resultado es bueno», insiste el director del PTA, quien apunta un debate que se ha generado en los últimos años: «Otra cosa es la participación más local, que es algo distinto».

Sin dinero público

La principal crítica que se plantea desde los distintos grupos políticos municipales es que sea el Ayuntamiento quien financie íntegramente la actividad del Club Málaga Valley, presidido de forma vitalicia por Javier Cremades. La portavoz del PSOE, María Gámez, cuya propuesta fue clave para retirar la ayuda de 175.000 euros al club, lo tiene claro: «Nos parece muy bien que exista, porque no hace nada malo, pero que no dependa de fondos municipales». Gámez asegura que estos encuentros son buenos para la ciudad y venden su imagen, pero no deben estar financiados por el Ayuntamiento.

«Le hemos dado varias oportunidades y avisos para que no sólo sirviera a multinacionales y grandes empresas, sino también a emprendedores locales, que tuviera utilidad práctica y atendiera problemas reales», afirmó la portavoz socialista, quien justificó la propuesta para eliminar la subvención.

La falta de confianza en sus objetivos, de transparencia y de utilidad son los aspectos que el grupo Málaga Ahora argumenta para apoyar el final de la financiación municipal. Su portavoz, Ysabel Torralbo considera que Málaga Valley es otro fracaso de una iniciativa donde hay intereses privados confrontados con los generales. Además, reiteró que al no ser una iniciativa propia del Ayuntamiento no se pueden consensuar proyectos ni la forma de gestionar para que beneficie al tejido empresarial local.

El portavoz de Ciudadanos, Juan Cassá, también cuestiona la utilidad del Club Málaga Valley, del que considera que sólo ha servido «para pulirnos el dinero sin crear empleo». «Con grandes titulares y grandes reuniones no se genera empleo», advierte Cassá, quien insiste en que no tiene sentido mantener una iniciativa que no ha sido capaz de generar ningún proyecto en la ciudad y, de hecho, rechaza hasta la utilidad de la marca.