­La depresión se ha convertido en la tercera causa de discapacidad del mundo, una patología que afecta al 4% de la población y que va en aumento en la sociedad occidental. De hecho, más de 6.000 malagueños padecen esta enfermedad de alta prevalencia que afecta a todos los sectores de la población. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha estimado que en 2020 sea la primera causa de discapacidad del mundo debido a su fuerte impacto a nivel individual, familiar, social y laboral.

El coordinador general de la Fundación de Ayuda a la Depresión ANAED, José Ramón Pagés, reconoce que se trata de una enfermedad que empieza a considerarse pandemia, pero recuerda que tiene salida y que hay tratamientos. Admite que los casos que más aumentan son los de causas exógenas, es decir, aquellas causadas por factores externos como un fallecimiento, un divorcio, bullying o mobbing o el desempleo. Aunque los expertos recomiendan tratarla para combatir sus síntomas -con la psicoterapia y, en algunos casos, la atención psiquiátrica- para así no desencadenar en otras patologías, muchas de ellas pueden resolverse con una filosofía de vida más adecuada y con el simple acceso a recursos económicos. Tal y como recuerda Pagés, la crisis económica que este país vive desde 2007 ha ocasionado que el número de casos sea muy superior a etapas previas por el desempleo o los desahucios.

Además, se trata de una enfermedad que no sólo afecta al paciente, sino a todo su entorno porque es difícil de entender y sobrellevar. En lo que se refiere al diagnóstico de la enfermedad, los expertos consideran que uno de los factores que influyen en que no sea el más adecuado es precisamente el estigma social, que tiende a ocultar la realidad. Otra de las razones que explican el infradiagnóstico es la escasez en el tiempo de la entrevista clínica, junto a la elevada presión asistencial entre los médicos de Atención Primaria y especializada, e inexistencia de pruebas complementarias específicas ni de marcadores biológicos.

Según los datos de la Encuesta Europea de Salud que recoge el Instituto Nacional de Estadística (INE), más de 363.900 andaluces padecen depresión severa y 351.400 otros tipos más leves. Es la primera comunidad autónoma en prevalencia de cuadros depresivos, seguida de Cataluña.

España es el país que presenta las tasas más altas de síntomas depresivos en personas mayores de 65 años. Según los expertos, los factores que conducen a la aparición de este trastorno mental en este grupo de edad son el nivel de estrés, sufrir enfermedades como el cáncer o el consumo de sustancias tóxicas como las drogas y el abuso de fármacos. Y es que, tal y como recuerda la Sociedad Española de Geriatría y Gerontología, la soledad no es inocua, sino un factor de riesgo para la depresión, el deterioro cognitivo, la morbilidad y la mortalidad. Los estudios disponibles sobre la soledad o fenómenos similares como el aislamiento social muestran además diferentes variables o factores que se asocian con su presencia, tales como vivir solo, tener mala salud, problemas económicos, falta de oportunidades o encontrarse en fase de duelo.

Los datos son aplastantes. Una de cada cuatro personas padecerá algún tipo de trastorno mental en su vida, una cifra que evidencia el ritmo de aumento de esta patología. Pero lo que más preocupa a los expertos es el incremento de casos en personas jóvenes. Entre las causas, José Ramón Pagés señala el acoso escolar, la ludopatía por las redes sociales y las nuevas tecnologías o la identidad sexual.

En lo que se refiere a la crisis, como a los mayores, los adolescentes y jóvenes también están afectados por sus consecuencias. «El gran problema de este colectivo es la falta de expectativas, te piden una carrera, idiomas, un máster y, pese a eso, no hay oportunidades de trabajo», lamenta el coordinador nacional de la Fundación de Ayuda a la Depresión. De hecho, según recuerda, la OMS ya alertó de estas circunstancias en 2014, cuando empezó a percibir el aumento preocupante de problemas de salud mental en jóvenes, especialmente depresión, junto a la ansiedad, las más comunes de estas patologías.

Pagés considera que parte de la culpa de estos problemas obedecen al tipo de sociedad actual: la responsabilidad, la competencia o la falta de tiempo, son consecuencia directa de que los jóvenes se críen en un ambiente más solitario y hostil que hace décadas. Prueba de ello es el abuso que suelen hacer de las redes sociales, donde se refugian. «Viven mundos irreales», reconoce el coordinador de ANAED, que considera que la sobreprotección está llevando a una frustración que, en muchas ocasiones, desemboca en depresión o ansiedad.

Y es que, si se padece depresión, el riesgo de tener conductas suicidas es 21 veces mayor a la población en general. De hecho, desde la Fundación ANAED tomaron hace unos meses la decisión de abrir una sede en Málaga. Se decidieron cuando, viendo las estadísticas, comprobaron que en la Costa del Sol existen más suicidios que en el resto de provincias andaluzas, incluso por encima de Sevilla, mayor en peso poblacional. De hecho, según el Instituto Nacional de Estadística (INE), en 2013 se quitaron la vida en Málaga 179 personas, frente a 161 en la capital de la comunidad autónoma. La franja de edad en la que más suicidios se produjeron fue la que va de 30 a 39 años, con 26 decesos, seguida de la que va de 50 a 54 años, con 22. Del total de fallecimientos, el 73,7% correspondió a varones. Sólo se suicidaron 47 malagueñas.

«Nos sorprende porque se trata de una provincia que podría tener menos suicidios por la costa o el clima, se la considera un paraíso, pero los datos hablan por sí sólos: mucha gente no se siente bien», afirma el coordinador nacional de ANAED, que recuerda que mucha gente necesita ayuda y no se la puede permitir por problemas económicos. Por eso subvencionan el 75% de las consultas con los especialistas. «Es una enfermedad y hay que tratarla como tal», señala Pagés, que recuerda que requiere de un tratamiento seguido por especialistas que evalúen las necesidades.

Desde ANAED critican que España está a 50 años luz en materia de salud mental respecto a países de Latinoamérica o EEUU. «La gente compara la depresión con debilidad, eso hace que los afectados no lo cuenten. Aún así, la gente cada vez acude más al especialista, es bueno ordenar los pensamientos», manifiesta.