Como un helado en el mes de agosto, fue bonito mientras duró. El principio de la realidad se apoderó ayer de nuevo de la calle Pacífico para devolver todo a su estado natural. Voces, reproches, interrupciones y enfrentamientos personales. Todos los elementos por los que se habían deslizado tradicionalmente los plenos resucitaron de la memoria colectiva de esta institución para plantar a esa nueva forma de hacer política, basada en el consenso y las buenas formas, a la que habían apelado todos los diputados cuando juraron su cargo, solemnemente algunos, y por imposición legal otros, el pasado 13 de julio. El salón de plenos de la Diputación se declaró ayer ajeno a todas estas florituras y demostró, que cuando quiere, puede volver a ser ese lugar que sugiere tantos buenas recuerdos a los amantes de un espectáculo vacío de algo provechoso para el ciudadano, pero está en posesión de un alto grado de teatralidad.

Algo previsible, por otro lado, dada la extensa ristra de mociones con potencial para la polémica que fijaba un orden del día con capacidad sobrada para incendiarlo todo a su alrededor. Desde las supuestas anomalías en el Patronato de Recaudación, pasando por el polvorín del Consorcio Provincial de Bomberos, hasta llegar a actividades laborales hipotéticamente fraudulentas de alguno de los diputados que conforman el honorable, los nuevos partidos asistieron ayer a una clase magistral de una forma de hacer política tan efectiva a veces, como chusca por momentos.

Dijo la diputada de Ciudadanos Teresa Pardo, con cierto rostro de incredulidad y sorprendida ante lo que estaba viendo, que ahora entendía porque no se había metido en política, ante lo que calificó como «circo lamentable y penoso». Bienvenida entonces, y abróchese, que está usted en precampaña y esto no tiene pinta de variar mucho de aquí al próximo 20 de diciembre.

En todo caso, hubo ayer ganas de bronca desde el minuto uno. No había dado tiempo a que se sentaran todos los diputados en sus escaños, cuando el portavoz de los socialistas en la Diputación, Francisco Conejo, ya se dirigió al presidente de la institución, Elías Bendodo, para advertirle de que estaba en posesión de un documento de tan escaso valor jurídico como la relación unilateral de independencia catalana, pero de peso suficiente para hacer rectificar al equipo de gobierno popular en lo relativo al Consorcio Provincial de Bomberos. Como quien levanta el mapa de un tesoro, Conejo aireó un escrito firmado por los portavoces de todas las fuerzas políticas para que se incluyera en el orden del día la moción urgente presentada por los socialistas el lunes previo a la celebración, y en la que se pedía censurar «la actitud antidemocrática» del presidente del Consorcio Provincial de Bomberos, Francisco Delgado Bonilla.

Ante la amenaza de todo la oposición de boicotear el resto de las mociones urgentes, Bendodo rectificó y permitió que se debatiera la moción socialista. Un primer golpe simbólico que se apuntó el portavoz socialista, ayer, por momentos, más nervioso incluso de lo que es habitual en él, teniendo en cuenta su ya de por sí siempre animosa disposición para debatir y atraer las aguas a su molino.

Bendodo censuró su predilección por moverse en el «fango político» y advirtió a los novatos, sobre todo a C's y a Málaga Ahora, de que no se dejaran engatusar por sus supuestas artes de muñidor. El asunto del CPB se zanjó, finalmente, con los populares votando en contra de que se censure la actitud antidemocrática de su presidente, pero con todos los grupos aprobando que se celebre una junta extraordinaria del órgano el próximo 20 de noviembre para votar, esta vez de forma definitiva, sobre el posible cese de su gerente, el número tres del PP de Málaga, Manuel Marmolejo. En todo caso, un problema aminorado para quien ya especula con un boleto para entrar en el Congreso de los Diputados.

En un ambiente ciertamente enrarecido para quienes llevan poco tiempo en esto, pero familiar para los que están acostumbrados a las reglas de juego de las que se han dotado Bendodo y Conejo a lo largo de muchos años para manejar a la institución: hacer que sus enfrentamientos, supuestamente de altos vuelos, se rijan bajo el efecto del cohete y la pluma. Así, entre desencuentros y acusaciones mutuas, se pasó a aprobar con los votos a favor de PP y de Ciudadanos, con la abstención de los resto de los grupos, que el Patronato de Recaudación se someta a una auditoría interna para aclarar las supuestas irregularidades detectadas en el área de cobro de impuestos delegados por la Junta de Andalucía. A pesar del compromiso formal de Bendodo, que se comprometió a que los diputados que lo deseen puedan conocer todos los detalles de dicha auditoría, Conejo no se dio por satisfecho. Para la tranquilidad del portavoz socialista, la investigación debía de expandirse «al Patronato en su totalidad».

El capítulo final, y seguramente uno de los principales motivos por los que los socialistas habían puesto en marcha el ventilador de la dispersión en pleno mes de noviembre, vino de la mano del diputado socialista Luis Guerrero. Más bien de su supuesto trabajo «fantasma» como director del Centro de Flamenco en Jerez, cuando en realidad desempeñaba y cobraba por su labor en el Centro Andaluz de las Letras.

No convencieron las explicaciones de Conejo para defender a su compañero, a pesar de airear las declaraciones de la renta de Guerrero, correspondientes a los ejercicios de 2013 y 2014. Todos los grupos apoyaron la moción del PP para que aporte más información.

El pleno finalizó con la reprobación de Guerrero con los votos favorables del PP y, lo que es peor, con el agravante de la parodia.