­Un descanso en el calvario. Eso supuso este viernes para María Teresa Zaldívar, exmujer del antiguo alcalde de Marbella, Julián Muñoz, quien ayer abandonó la prisión provincial de Alhaurín de la Torre para disfrutar de un permiso de seis días. El primero.

Zaldívar cumple dos años y medio de prisión por un delito de blanqueo de capitales en el marco del caso Pantoja, en el que también fueron condenados, entre otros, Julián Muñoz, la cantante sevillana Isabel Pantoja o su hermano Jesús.

La mujer entró en prisión el 27 de octubre de 2014, por lo que lleva más de un año de prisión. Sonriente, con gafas de sol y en medio de una gran expectación mediática, abandonó el penal poco antes de las once de la mañana. Saludó con los brazos en alto, hizo la señal de la cruz y se abrazó a sus hijas, besó a su novio y declaró a los periodistas encontrarse «muy bien» antes de subir al coche que la llevó a su retiro marbellí.

Su abogado, Francisco Miranda, también la esperaba a la salida y explicó a los periodistas que su cliente estaba muy contenta y que espera que disfrute en Navidad de un segundo permiso.

El juez de Vigilancia Penitenciaria ha permitido la salida de Zaldívar, después de que estimase la queja presentada por su abogado una vez que el 29 de julio la Junta de Tratamiento de la cárcel le denegó la salida.

El togado aseguraba en su auto: «La denegación de su permiso se basa en la gravedad de la actividad delictiva, la gran alarma social que el delito cometido produjo y la lejanía de la fecha de cumplimiento de las tres cuartas partes de la condena».

Pese a ello, concedió la salida de seis días por otras variables que sí quedaron acreditadas en la tramitación del permiso. «Ha quedado probado que la actitud de la interna durante el periodo que ya ha cumplido en el centro penitenciario es de plena adaptación e integración modular y colaborativa con internas e institución». Asimismo, consideró el juez que «la interna reconoce los hechos cometidos y sus consecuencias y que la posibilidad de reincidir en este tipo de delitos o de cometer alguno nuevo es muy improbable».

Ansiedad. Cuando entró, sus abogados destacaron que Zaldívar descansó, después de inciertas e intensas semanas sobre su destino, periodo que tardó el tribunal en decidir si enviaba a la cárcel a los condenados por el Supremo. Ella vivió aquellas horas con ansiedad, por lo que su ingreso en el presidio malagueño acabó con esa incertidumbre. En ese momento, sus letrados también insistieron en que su cliente estaba deseosa de integrarse en la vida diaria del centro y en apuntarse a diversos talleres ocupacionales (costura o teatro, dijeron).

En este año largo que Zaldívar ha pasado entre rejas, Isabel Pantoja, condenada sólo a 24 meses, ha salido y entrado en varias ocasiones de la prisión, aunque en poco tiempo ella ya podrá disfrutar del tercer grado. A Zaldívar le costará todavía unos meses alcanzar ese grado penitenciario, pues tiene seis meses más de condena. Además, deberá pagar una responsabilidad civil de 1,7 millones de euros.

Durante el juicio, la defensa de Maite Zaldívar reconoció que creó sociedades y movió dinero del exalcalde de Marbella, pero sin conocer en ningún momento su procedencia ilícita.

También admitió que, tras separarse de su exmarido, intentó poner a salvo del exregidor el dinero que quedaba en casa y que fue su hermano, Jesús Zaldívar -condenado a una pena idéntica a la de ella-, quien trató de ayudarle para que tuviese algo, pero él no se quedó con nada. Al tribunal, en su sentencia, le llamó mucho la atención que, sin trabajar, la exmujer de Julián Muñoz manejara flujos importantes de dinero.

Tres hechos pusieron sobre la pista de Zaldívar a la policía y al juez Torres: los documentos del divorcio, en los que ella reclamaba una pensión acorde al nivel de vida que tenía junto a su exmarido; sus declaraciones en televisión hablando de bolsas de basura con dinero en efectivo y su parentesco con el exregidor, que ya en 2006 tenía múltiples condenas por delitos urbanísticos y en julio de ese mismo año fue detenido en el marco de la operación Malaya.

El caso generó un gran revuelo mediático, sobre todo a raíz de la detención, en el chalé marbellí de Mi Gitana, de Isabel Pantoja, un arresto que inmortalizaron las cámaras de televisión y los fotógrafos. El asunto se juzgó como una pieza separada del caso Malaya, aunque inicialmente formó parte del tronco común del asunto contra la corrupción política y urbanística de Marbella.