«Cuando hay relación sentimental, hay peligro de maltrato, y en edades tempranas la probabilidad aumenta», afirma Angélica Cuenca, jefa de negociado de violencia de género del Ayuntamiento de Málaga. Un servicio que, desde que puso en marcha su proyecto «Rebeldes del género» en 2010, ha tratado a 120 mujeres de la ciudad de entre 11 y 22 años. Cada vez se producen más casos y atienden a un mayor número de adolescentes y jóvenes víctimas de violencia de género. Pero lo que más preocupa es el aumento de la violencia en parejas menores, debido a la tendencia actual de iniciar relaciones sentimentales a edades cada vez más tempranas.

Además de la psicológica, la física y, en mayor medida la sexual, son las formas más habituales en las que se produce violencia de género entre las jóvenes. El 95% de las chicas con las que trabajan han sido víctimas de violencia sexual entendida como tener relaciones sexuales sin desearlo o sintiéndose presionadas para hacerlo. No obstante, la especialista sostiene que en el maltrato todas confluyen, ya que la violencia sexual también implica a la física y a la psicológica, y «no por ser entre menores es menos física», insiste.

El control es otro rasgo característico en este tipo de patología, así como los celos , los intentos de aislar a la pareja de sus amistades, e incluso de sus familiares, y el chantaje. Los insultos, las burlas y la agresividad son también muy frecuentes llegando incluso a los golpes y lesiones. En las entrevistas, las chicas detallan comportamientos hacia ellas muy violentos: «Los chicos suelen escupir a sus novias o insultarlas a través de las redes sociales», dice Cuenca.

No todos los casos son iguales, hay mucha variedad y unos suelen ser más graves que otros. Pero, lo cierto es que «a nadie le gusta denunciar.» Las niñas adolescentes no suelen hacerlo por iniciativa propia sino que son las autoridades, los centros educativos o sus familiares los que dan la señal de alarma. Y tampoco existe un perfil fijo, «no se trata de una cuestión de clase social o procedencia de zonas más marginales».

Los indicadores muestran una pérdida de valores como el respeto o la tolerancia. Lejos de significar una apertura mental, la libertad en el acceso a las nuevas tecnologías ha provocado que en muchas ocasiones los menores radicalicen su discurso respecto a las chicas en aspectos como la igualdad de oportunidades o el control, entre otros. Lo más llamativo es que los chicos no identifican estas actitudes como machistas, es decir, «no reconocen este tipo de conductas como un problema de desigualdad ni mucho menos, para ellos es totalmente normal», apunta Cuenca.

Las redes sociales son un simple medio, con unas características propias, y que constituyen una prolongación del maltrato en la vida real. En ellas el control es mutuo, la diferencia principal está en el objetivo con el que lo realizan y, sobre todo, en las consecuencias. Y es que, según la experta, cuando un adolescente comprueba que su pareja ha tenido un contacto con otro chico o ha indicado que le gusta alguna foto en Instagram, por ejemplo, la reacción de él va a ser mucho más dura que en el caso contrario.

Muchas de las chicas que pasan por el programa lo recomiendan a otras inmersas en situaciones similares. Sin embargo, es muy extraño que alguna chica acuda al servicio por voluntad propia. Las menores que reciben son derivadas de centros educativos, del Servicio de Asistencia a Víctimas en Andalucía (SAVA) o de la policía, tras detectar algún caso de violencia dentro de la familia o en la calle.

«Nuestro objetivo no es que se separen de sus parejas sino que elijan desde el conocimiento. Y cuando son conscientes de todos los aspectos que implica la violencia, son ellas mismas las que deciden terminar las relaciones y no volver a iniciar otras similares», explica la psicóloga. La efectividad del programa es, para ella, muy alta y en 9 de cada 10 chicas surgen cambios de manera rápida y que se perpetúan en el tiempo. En su opinión, los resultados de estos grupos están siendo muy buenos gracias a la flexibilidad mental de las adolescentes que, en comparación con las mujeres adultas, facilita el proceso de recuperación.

En el caso de las menores de edad, es necesario un consentimiento familiar e incluso, en alguno de ellos son los padres los que directamente solicitan este tipo de ayudas. En este sentido, el área cuenta con grupos para padres y madres en los que se compagina la información con pautas terapéuticas y medidas de prevención. «En aquellas familias en las que se reproducen modelos igualitarios y mensajes de respeto del varón hacia las mujeres, va a ser más complicado que se produzcan este tipo de situaciones».

Durante el periodo de reconciliación, lo que en violencia de género se conoce como «luna de miel», los jóvenes adoptan actitudes muy diferentes, «se dulcifican y prometen cambios que luego no se llevan a cabo». «A veces alguna paciente ha traído a su novio para ponerse en tratamiento pero después no ha vuelto», cuenta la encargada. Asimismo, en su último grupo de trabajo, tres de las pacientes menores llevaron a sus madres para que también fuesen atendidas por el equipo después de detectar algún tipo de violencia hacia ellas.

En total, son cuatro los meses en los que se trabaja de manera intensiva aspectos como la antropología del género, la sexualidad o la publicidad a través de múltiples actividades como actuaciones de teatro, visitas a clubes de boxeo o de autoconocimiento corporal.

Para la experta, el grupo de iguales durante la etapa de la adolescencia se convierte en su mayor referencia. Así, la psicóloga explica que «si entre sus amistades hay chicos que violentan a sus parejas, lo terminan normalizando por mucho que en los hogares se hayan rechazado este tipo de comportamientos».

El hecho de que la prevención se venga produciendo desde la infancia no asegura nada, pero sin duda ayuda. Por eso, las integrantes de este servicio acuden a colegios e institutos anualmente para impartir charlas y talleres donde tratan todo lo relacionado con esta patología, desde los estereotipos o la socialización de género hasta las repercusiones.

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Teléfono gratuito y confidencial que está operativo las 24 horas del día y que atiende en seis idiomas a posibles víctimas en todo el territorio nacional.

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