­Se marcharon empujados por la crisis. Aprender idiomas y, sobre todo, encontrar trabajo, les motivaba a dejar su país. Las próximas elecciones generales han llevado a que numerosos políticos salgan a la palestra con campañas de retorno hacía esos jóvenes que emigraron con la esperanza de conseguir un futuro mejor. Pero, lo cierto, es que la tendencia actual está yendo en esa dirección: muchos emprenden el camino a la inversa.

En total, 1.382 malagueños regresaron a la provincia en 2014, según la encuesta de migraciones exteriores que publica periódicamente el Instituto Nacional de Estadística. Se trata de la cifra más alta desde 2008 -año en el que comenzó el registro-, cuando retornaron 1045 malagueños; suponiendo un incremento del 25% respecto a 2013, en el que se contabilizaron 1.100 personas.

Sin embargo, el número de emigrantes sigue siendo superior y no ha dejado de crecer desde que se tiene constancia. En el último año, más de 2.450 hicieron las maletas para salir de sus fronteras. En concreto, el porcentaje se incrementa, también, en un 6% respecto al mismo periodo del año anterior, en el que dejaron la provincia 2.316 personas. La suma aumenta si tenemos en cuenta a la población extranjera: así, son más de 10.200 los que han abandonado la provincia -con y sin la nacionalidad española- en el último año, mientras que han llegado otros 15.881.

Las razones responden a circunstancias muy diversas. No parece existir una causa común, o al menos eso indican los expertos en temas migratorios. Por eso, los sindicatos coinciden en negar la vinculación del retorno con una posible recuperación económica. Así, Auxiliadora Jiménez, secretaria general de UGT en Málaga, señala que «no se puede hablar de recuperación, sino de dificultad de inserción en un mercado ajeno». En su opinión, la realidad es otra: «Los datos demuestran que la supuesta recuperación no es más que propaganda electoral». Y con ello se refiere a las altas tasas de paro en los jóvenes -de en torno al 50% en la provincia- y a los contratos temporales que responden a la estacionalidad -el 96% de los últimos realizados-.

Según Jiménez, vuelven por una combinación de posibilidades y expectativas, porque no siempre la demanda coincide con la oferta: «Frente a la publicidad que se vende de estos países de acogida, las salidas laborales en ellos no son la panacea». La inserción en mercados exteriores es más complicada de lo que se cree, «es muy difícil alcanzar un puesto de trabajo con buenas condiciones», lo que se complica cuando hablamos de personas con un perfil profesional medio, es decir, que no están altamente cualificadas.

La responsable de UGT explica que depende, en gran medida, de la formación académica y de otros condicionantes del mercado en cuestión. «A veces se van porque el sistema español no les da la oportunidad y se encuentran con empleos precarios o minijobs, porque principalmente buscan mano de obra barata». La cosa cambia cuando se trata de ingenieros, por ejemplo: «Para ellos la situación es menos complicada y los obstáculos para la inserción laboral resultan más llevaderos».

En el mismo sentido, Antonio Herrera, secretario general de CCOO en Málaga, mantiene que los contratos que normalmente se están firmando en el marco de la Unión Europea, aunque sean superiores en sueldo a los españoles, no siempre garantizan la supervivencia en el país de destino, ni tampoco las condiciones laborales se ajustan a las expectativas. Para Herrera, es importante tener en cuenta otro tipo de factores como la propia rotación. «El retorno no se da porque aquí tengan mejores perspectivas, sino porque a lo que puedan conseguir aquí en empleo o subempleo hay que añadirle un menor gasto en cobertura de vivienda y, en general, del coste de la vida, por el apoyo familiar principalmente». Y, descarta, del mismo modo, atribuir el flujo migratorio a una supuesta mejora de la situación económica: «La recuperación es un espejismo», insiste el sindicalista.

«Emigrar es duro»

Las circunstancias han provocado que la estancia de Teresa Velázquez en Weston (Inglaterra) sea bastante más breve de lo planeado. Reconoce que «echa mucho de menos a su familia y a sus amigos» y que la diferencia en el clima y los horarios la entristece. Se puede decir que su experiencia en el país anglosajón no ha sido todo lo satisfactoria que ella esperaba. Es más, su salario y las dificultades de adaptación han provocado que la enfermera ya haya comprado el billete de vuelta a España para el próximo mes de enero.

En el lado opuesto están los valientes que han decidido emprender el camino a pesar de los datos. Maribel Henares viajó hasta Leeuwarden (Holanda) para cursar un Erasmus y, antes de que éste finalizase, asegura que «ya estaba buscando cualquier trabajo para no tener que volver porque, como recién titulada, su consideración social es mayor allí». Tras pasar dos meses en España, el pasado 10 de octubre regresó a Holanda con un contrato de au pair, que espera aprovechar para seguir buscando ofertas y, por supuesto, «mejorar el inglés» y aprender el idioma local.

"Volveré a Londres más pronto que tarde"

Fernando Ávila dejó su Cómpeta natal para trasladarse a Londres donde le esperaba un puesto como barback, el escalón más bajo dentro de la hostelería. Aunque reconoce que tuvo mucha ayuda, su esfuerzo hizo que pronto ascendiese a commis waiter, una especie de ayudante de camarero, y finalmente pasase a ser maitre en un restaurante del centro. En tan solo once meses afirma que su nivel de inglés «ha mejorado muchísimo» y que encontrar empleo allí es «bastante asequible y sencillo para todo el mundo». Fernando asegura, además, que su sueldo era muy bueno, al igual que las condiciones: «Me pagaban mejor que ahora en España», afirma el malagueño. Pero mientras termina su proyecto final de grado, que lo acredita como ingeniero -motivo por el que ha regresado- tiene que conformarse hasta que pueda volver a la capital inglesa, que espera «sea pronto».