­No debieron diferenciarse en nada ni llamar la atención. El mundo, al menos en los aeropuertos, donde todo es acartonado y descaradamente uniforme, ha dejado de ser carnavalesco y los cocineros, desprovistos de sombrero blanco, incluso ya sin la robustez prusiana del bigote, podrían pasar por especialistas en redes y hasta por tenistas profesionales. Incluidos en vuelos como el que partió de Málaga ayer, que los llevaba a la meca de la cocina, Santiago de Compostela, que esta noche acogerá la gala de entrega de Michelin para España y Portugal, con todas las famosas estrellas por desvelarse e imponerse.

Al contrario que en otras ediciones, en las que la delegación malagueña ha estado más desnutrida, si se puede hablar en estos términos en las expediciones culinarias, media docena de grandes y talentosos chefs se congregaron en la T3 con las expectativas inmaculadas. A los cuatro nombres propios con estrella en vigor, y que aspiran, sin tapujos, a la renovación (Dani García, José Carlos García, Diego del Río y Jaume Puigdengolas) se unen Mauricio Giovanini y Diego Gallegos, de los restaurantes Messina y Sollo, que, en la víspera, pese a las reservas que siempre se presupone a toda especulación, aparecían en numerosas quinielas como posibles candidatos para ampliar las condecoraciones del olimpo culinario de Málaga -Gallegos es el ganador del certamen Madrid Fusión-.

Minutos antes del despegue, José Carlos García, que ha sido capaz de recuperar su estrella tras el cambio de ubicación de su establecimiento, se mostraba, en conversación telefónica con este periódico, «optimista», tanto como para no descartar de partida la consecución de un segundo reconocimiento. «Tenemos los pies sobre la tierra, pero hemos trabajado mucho y vamos con la máxima ilusión», puntualiza. Afianzado en su nuevo emplazamiento del Muelle Uno, José Carlos García perdió su primera estrella en 2011, después que el cambio de proyecto le obligara a abandonar la categoría que lucía desde 2002 en Café de París, el restaurante familiar con el que empezó a darse a conocer.

En la ceremonia de 2015, celebrada en el hotel Los Monteros, en Marbella, hasta cuatro cocineros de la provincia lograron incorporarse a la nueva guía revestidos del prestigio que siempre acompaña el mantenimiento del rango más noble de la popular guía, el de las estrellas: a las dos obtenidas por Dani García, que también anda sumergido en una nueva propuesta, en este caso en el Puente Romano, se agregaron las de José Carlos y las de Diego del Río, responsable de El Lago, además de la concedida a Jaume Puigdengolas, que cuenta, igualmente en Marbella, con Skina, uno de los locales más reducidos de todos los que aparecen en la selecta publicación, con aforo únicamente para 14 comensales.

Con independencia del resultado, José Carlos García quiso igualmente manifestar su alegría por asistir a lo que denomina como «una gran fiesta» del gremio, con una lista de invitados que supera las 450 personas.

Más avisado del contenido de la ceremonia, Ángel Pardo, director de Relaciones Exteriores de la guía, se adelantó al mar de conjeturas que vincula hoy a todos los grandes cocineros del país con unas declaraciones que alertan, especialmente para los más entendidos, del rumbo que tendrá, en su selección y baremo, la nueva publicación de la revista, en la que la mayor proyección, será recibida entre aquellos restaurantes que todavía no han dado el salto a la primera estrella. De los demás, no se esperan grandes decepciones. «No habrá ningún batacazo», señaló a Efe, disipando dudas. La suerte está echada. Dentro de unas horas Málaga sabrá en qué queda su alegría.