­La falta de límites y la sobreprotección llenan, desde hace años, las consultas de psicólogos infantiles. La ansiedad y la depresión se han convertido en patologías comunes en el historial clínico de numerosos niños, que presentan alteraciones en el comportamiento, miedos o fracaso escolar a consecuencia de estos problemas de salud mental.

Las cifras oscilan y la Administración no cuantifica cuántos menores padecen ansiedad y depresión. Pero los expertos advierten: las cifras van desde el 25% y hasta el 60%. Unos números nada desdeñables a los que padres, educadores y Salud deberían prestar atención.

El psicólogo clínico Fernando Miralles advierte de la importancia de identificar la causa de la ansiedad para así poner en marcha mecanismos con los que frenarla y trabajar para hacerla desaparecer. Miembro del Comité Ansiedad y Estrés en el Ámbito Educativo de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS), advierte de que gran parte de los problemas llegan a casa desde los colegios e institutos. «Hemos comprobado en muchos estudios cómo, a consecuencia de las altas exigencias educativas, entre el 15 y el 25% de los alumnos padece ansiedad», señala.

Por eso, considera fundamental que Educación incorpore programas en los que niños y profesores pongan en práctica técnicas psicológicas con las que hacer frente a la presión que padecen. «En dos o tres sesiones se puede enseñar al niño a hacer esa parada de pensamiento con la que aprender a manejar sus miedos», alerta.

Con esta inoculación de estrés se prepara el cuerpo con técnicas de relajación y respiraciones abdominales. Se trata de anticiparse a la ansiedad: cada vez que tenga un ataque de pánico debe hacer una técnica distractoria a la vez que respira con el estómago y así el cerebro recuerda que cuando respira con el estómago se debe relajar.

Pero la ansiedad, como la infancia, varía. Miralles reconoce que ésta se da desde las edades más tempranas a consecuencia de la «separación» entre padres e hijos por la llegada a la guardería o a Infantil. El experto calcula que en ese primer mes de curso escolar las cifras de ansiedad alcanzan el 60%. Pero va más allá, porque ésta puede aparecer en cada cambio de etapa. Aún así, reconoce que, además de la guardería, los peores cursos son 4º de ESO, por la presión de pasar «limpios» a Bachillerato, y la llegada de la temida Selectividad. No menos importante es el acoso escolar, un problema al que las comunidades autónomas y educativas empiezan a prestar atención.

El miembro de la SEAS admite que la ansiedad es una patología en aumento a consecuencia de los nuevos planteamientos sociales. «Cada vez se nos exige más», apunta el experto, que explica que, en lo que a educación se refiere, hoy día no sólo hay que tener una carrera y varios idiomas, sino hacer al menos un máster y varias especialidades.

Además de las exigencias, advierte de que la sobreprotección de los hijos les lleva a tener una baja tolerancia a la frustración, que puede provocar serios problemas si las cosas no son como plantearon. «Los padres protegen excesivamente a los hijos. El niño va siendo adulto en derechos pero está sobreprotegido, por eso cuando tienen algún problema se les viene el mundo encima: nunca han tenido frustraciones», señala Miralles, que cree que la solución pasa por que Atención Primaria incluyera psicólogos. Según han calculado, hacen falta 4.000, de hecho, apunta, un 25% de los pacientes acude al centro de salud por un problema psicológico, lo que se solucionaría si sanidad incorporara esta especialidad como una más dentro del sistema.

La psicóloga infantil de Quirónsalud Marbella Mónica González asegura que todas las patologías relacionadas con la salud mental en niños va en aumento. «Estamos criando niños cada vez más inseguros», señala, al tiempo que recuerda que la ansiedad es una respuesta ante una alerta de inseguridad en el cerebro. «Es un mecanismo de supervivencia, es bueno tener miedo, el problema es que la ansiedad se da en circustancias que aparentemente no deberían suponer peligro o amenaza o porque dura más de lo debido. Está diseñada para ser breve», señala.

Por ello recuerda que el problema se da cuando aparece de forma muy continuada, pues estas situaciones de estrés prolongado afectan a varios órganos del cuerpo.

Para González, como para Miralles, la respuesta a la desproporción de los casos de ansiedad es la falta de límites y la sobreprotección. «Si no se permite que el niño adquiera autonomía, si siempre se está ahí para que no se caiga y se le dice que hacer las cosas sólo es peligroso, cuando tenga que enfrentarse a acontecimientos nuevos va a entrar en estado de alarma, lo que se traduce en ansiedad», apunta.

Mónica González alerta de que el incremento de estas patologías se ha disparado especialmente en la última década. Cree que los niños cada vez lo son menos porque se les pide más de aquello para lo que están preparados. «Tienen que jugar, no estar apuntados a mil cosas», señala la psicóloga, que critica que se anulen conductas naturales.

Detectar estos problemas no es fácil. Hay niños que presentan problemas físicos y otros de comportamiento por la ansiedad. Por eso alude a la necesidad de dialogar y de no quitarle importancia a lo que cuenten. «Pensamos que son cosas de niños, pero eso no quiere decir que no sean importantes para ellos», advierte.