La Academia de Ciencias ha alertado de que las recomendaciones del Plan Director de arbolado, presentado en octubre por el Ayuntamiento de la capital, puede alteral el paisaje vegetal urbano y ornamental de Málaga. Por este motivo, ha emitido un informe en el que proponen mantener las características instauradas desde mitad del siglo XIX, «que no está reñida con un aumento de la biodiversidad, ni con el aumento de plantas autóctonas, ni con otras recomendaciones del Plan Director», explica la Academia.

En este documento, al que ha tenido acceso La Opinión de Málaga, los académicos señalan cinco peculiaridades que definen el arbolado malagueño: predominio (más del 90%) de especies de hoja perenne o semiperenne, lo que «diferencia nuestra ciudad de cualquiera del interior de la península»; existencia de gran número de palmeras, de varias especies, «que dan a la ciudad un ambiente subtropical o tropical»; presencia de árboles exóticos (casi todos perennes o semiperennes) de flores grandes y vistosas, como ceibas, jacarandas, bauhinias, eritrinas o albizias; y de árboles exóticos de la clase liliatas (monocotiledóneas) como el drago, ave del paraíso gigante, pándanos, bananeros, ravenalas o bambúes; y profusión de arbustos y trepadoras de floración casi continua, como pacíficos, lantanas, alpinias, buganvillas, bignonias o celestinas.

«No debemos olvidar que el paisaje vegetal urbano de Málaga se comenzó a inventar hacia la mitad del siglo XIX, con los jardines de La Concepción y de San José, y siguió a principios del XX con el Parque», señala el texto.

La Academia también pone en cuestión algunas consideraciones que realizó Gerard Passola, experto que participó en la presentación del Plan Director el pasado mes de octubre, junto al concejal de Medio Ambiente, Raúl Jiménez. Passola pedía limitar la plantación de ficus, naranjos y palmeras en Málaga (ver La Opinión de 20 de octubre de 2015). Este experto aseguró entonces que la mejora de la arboleda urbana es fundamental para la calidad de vida de la ciudad, aunque aseguró que eso requiere de una serie de especies de copa alta, que superen los ocho metros, para dar sombra y regular la temperatura. Además, advirtió de que lo recomendable es que ninguna especie supere el 10% de los ejemplares plantados, como medida de protección ante la aparición de plagas específicas.

La Academia de Ciencias discute estos extremos y propone incrementar el número de especies autóctonas, es decir, las que se encuentran en la cuenca del Mediterráneo. En el caso de introducir plantas alóctonas nuevas, «la ficha descriptiva debe incluir el origen geográfico y el marco climático en el que se desarrolla». «No olvidemos que el macrobioclima donde se encuentra Málaga presenta, al menos, dos meses de sequía en el periodo estival», recuerdan los académicos. También recomiendan aladiernos, arbolito perenne de decorativos frutos rojizos, buena alternativa a los aligustres; madroños, de entre cuatro y cinco metros de altura y hoja perenne, muy decorativos, tanto por sus flores como por los frutos rojos; encinas, árboles de de hoja perenne que puede alcanzar 12 metros o más de altura; y algarrobos, de diez metros de alto.

En las rotondas, la Academia plantea poner simplemente un árbol, por ejemplo un ficus, una auraucaria, una encina autóctona o una grevillea. También olivos y almendros. Y en las medianas de las calles optan por altenar palmaras y árboles de hoja caduca, tipo jacaranda, ya que «es preferible, por el contraste, a la alineación monoespecífica.

Los académicos no comparten las apreciaciones del Plan Director y rechazan «Que no se planten más ficus». «Nosotros decimos que no se planten más ficus en lugares donde no quepan». Respecto a la propuesta de «aumentar el número de fresnos y de algunas variedades de plátanos», la Academia considera que «cambiaría, probablemente a peor, el paisaje de nuestra ciudad». Y en cuanto a los naranjos, consideran que, al contrario de las afirmaciones de Passola «es una de las características esenciales del paisaje de nuestra ciudad».