­Palmeras, vampiros con resaca en manga corta y hasta turistas al sol. Málaga saludó ayer al nuevo año con uno de esos disfraces de temporada que la hacen más parecida a California que a las ciudades de la vieja Europa. Sin la torre de la catedral hundida en la niebla y casi sin abrigos, con una temperatura de ensueño que no cayó en ningún momento por debajo de los 14 grados y que estuvo rozando los 20, cifra, en su suavidad, de rango plenamente primaveral.

La provincia, incluido en sus registros tradicionalmente más fríos, como es el caso de Ronda, recibió el 2016 como finalizó diciembre; envuelta en la desidia de los termómetros, que siguen empeñados en no moverse y en prolongar esta especie de veranillo de San Martín desubicado y de segundo grado. Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet),el buen tiempo continuará el fin de semana, si bien está previsto que llueva levemente hoy durante las primeras horas.

Será la semana que viene cuando las temperaturas retornen a valores más propios del invierno, aunque, eso sí, sin fanatismos, con mínimas controladas en torno a los 10 y máximas cerca de los 15.

La consecuencia negativa del calor y de la ausencia de precipitaciones está en los pantanos, que continúan perdiendo recursos. En la provincia de Málaga, el contador, incluso, figura ya proporcionalmente más bajo que en el conjunto de Andalucía, con 340,37 hectómetros cúbicos almacenados. Este volumen deja a los embalses al 55,4% de su capacidad. El consumo está garantizado, pero deja entrever una deriva acentuada. Especialmente, si se coteja la situación con la del pasado ejercicio, cuando se disponía de 102 hectómetros más y el porcentaje de llenado (72,15) se acercaba más al tope que a los valores que marcan los periodos de sequía y de crisis.

En apenas dos años, el último profundamente seco, la provincia ha dilapidado más de 180 hectómetros. O lo que es lo mismo, un tercio de los pantanos serían capaces de contener si estuvieran al máximo y el equivalente a 18 meses de consumo. Más que el frío es el agua: un deseo para 2016.