Justo un día después de que Málaga haya sido designada miembro de la comisión de seguimiento de la red de Ciudades Educadoras, más de medio centenar de padres con sus hijos protestaron a las 9 de la mañana del viernes en la puerta del colegio público Pablo Ruiz Picasso, en la calle Hilera, para reclamar que se cubran 60 metros de la verja del centro que da al recreo, junto a un callejón próximo a la calle Honduras.

«Estamos protestando porque la valla no tiene chapa ni setos tupidos, está totalmente accesible, no sólo visible sino que te cabe el brazo y casi el cuerpo. Aquí hay niños de 6 y 12 años, aparte de lo que supone encontrarse basura todos los días», explicó Rubén Lagares, padre de dos alumnas de 7 y 10 años, que recuerda que se han llegado a encontrar «una pastilla en el suelo y llamamos a la policía porque no sabíamos de qué tipo era».

Como adelantó La Opinión el pasado 24 de diciembre, la concejala de la Cruz del Humilladero y de Servicios Operativos, Teresa Porras, considera que al tratarse de una obra importante, el nuevo cerramiento debe hacerlo la Junta: «Yo hago el mantenimiento, que la Junta venga y si quiere poner un muro y quitar los cipreses, que lo haga y después lo mantendré, pero no voy a invertir de nuevo el dinero que me gasté», argumentó. El problema para el colegio es que la delegada de Educación, Patricia Alba, recalcó entonces que «las labores de mantenimiento, conservación y vigilancia de los centros educativos corresponden al Ayuntamiento».

Se da el caso de que este tramo de 60 metros llegó a tener unas planchas de aluminio, como el resto del centro, instaladas por el Ayuntamiento, que las retiró en 2012 tras un pleito con los vecinos que viven al otro lado, porque los pisos estaban muy cerca y les daba calor. Además, el año pasado un perito municipal presupuestó la obra en 6.000 euros.

Uno de los casos más preocupantes es el que ha vivido Gabriela Núñez, madre de una alumna de 8 años: «Durante las horas de comedor y actividades extraescolares hay mucho menos control y el otro día alguien llamó a mi hija. Era una voz de mujer. Mi hija no se volvió porque sabe que no tiene que hacer caso».

Muy cerca está Alicia Mayorga, madre de dos alumnos de 6 y 12 años, que cuenta que hace seis años ya se presentó este problema en el consejo escolar, «porque el horario extraescolar es el problema, hay una hora en la que el colegio está muerto y no queremos que puedan estar en contacto con el exterior». Alicia destaca que tapar la verja se puede hacer con muchos materiales, «incluso papel que se puede reponer».

Amparo Samper, madre de dos alumnos de 11 y 7 años, confiesa estar preocupada «porque la valla es muy insegura y los niños pequeños cogen cosas, aparte de todo lo que se encuentran por las mañana. Mi hija está en sexto y yo este problema lo recuerdo desde siempre». Amparo lamenta que la Junta y el Ayuntamiento se echen la culpa, por eso pide «que se pongan de acuerdo».

Por su parte otra madre, Carolina Perdiguero, con dos hijos de 11 y 9 años en el colegio, cree que se trata de un asunto «bastante grave». «La Junta y el Ayuntamiento se echan la pelota unos a otros, cuando existe una normativa que obliga a la edificación de una valla segura que proteja la intimidad, y ninguno de los dos lo está cumpliendo».

Alfonso Cantos, director del centro, reconoció a este diario el pasado 24 de diciembre que los alumnos están «vendidos» y recordó que además de botellas y porros los fines de semana, tuvieron en el caso de un exhibicionista. Problemas educativos en Málaga, Ciudad Educadora.