­Juan Antonio Roca, acusado en Goldfinger, también contestó ayer a las preguntas de una muy incisiva fiscal Anticorrupción, María del Mar López Herrero. Eso sí, su declaración fue muy técnica, limitándose a su intervención en la tramitación de los tres convenios con las mercantiles Malibú y By The Sea que propiciaron el pelotazo urbanístico con la parcela de los Connery.

Así, negó que recibiera dos apartamentos en el edificio finalmente construido como premio a los servicios prestados durante la tramitación de los convenios, sino que explicó que él se interesó por comprarlos tras preguntarle a los vendedores de su inmobiliaria, algo muy distinto a lo que sostiene la fiscal.

Respecto a Sean Connery, puntualizó que él vivía desde 1979 muy bien en Marbella, pero estaba molesto porque dos construcciones colindantes eran muy altas. A principios de la pasada década se sintió mal con esta situación y resolvió irse de la ciudad, pero antes quería que su parcela tuviera los mismos parámetros de edificabilidad que los de sus vecinos. «Estos señores no van a verme en calzoncillos», asegura Roca que el actor escocés le dijo a la prensa de la época. Las alegaciones de sus abogados incidían en que querían que «se aplique la misma edificabilidad del colindante». En cuanto a los convenios, explicó que estos siempre se enviaban al alcalde, Jesús Gil, y su hija y secretaria contestaba y exponía quiénes debían firmar los convenios, dando de facto la razón a Julián Muñoz.