Hay manos de pianista pero también de experta en papiroflexia como las de Sara Martín, una malagueña de 23 años que en poco más de dos minutos convierte una hojita de papel rojo en una rosa, bautizada como rosa de Kawasaki en honor de su inventor japonés, a quien Sara pudo conocer en una convención de papiroflexia.

Las manos prodigiosas de Sara Martín, que acaba de terminar Filología Hispánica, decoraron las pasadas navidades la librería Áncora con sus creaciones de papel.

«No quería la típica decoración navideña, ha quedado preciosa y la verdad es que ha terminado la Navidad y me da pena quitarla», cuenta Enrique del Río, dueño de la librería, que desde Navidad tiene la compañía de criaturas marinas de papel: ballenas, caracolas, peces espada, cachalotes, caballitos de mar, calamares, cangrejos... y hasta una morsa lectora. Algunos clientes, por cierto, han fotografiado todas las figuras.

Sara Martín descubrió la papiroflexia a los 13 años: «Quería hacer un regalo, pero hacerlo yo y que no fuera un collar de macarrones y se me ocurrió hacer una rosa de papel, investigué por internet y me dije: qué chulo, yo quiero hacer eso». Lo suyo fue un flechazo y eso que empezó sola «porque no había nadie en Málaga, es como cuando algo te atrapa y además el error ma daba igual porque me gustaba». Y así, con más moral que el Alcoyano fue adentrándose en el mismo arte que encandiló a Unanumo, uno de sus escritores preferidos y un genio también de la papiroflexia. Por cierto que como señala Sara, «España es el único país en el que se conoce como papiroflexia; en el resto, con la palabra japonesa origami».

Con 15 años acudió sola a su primera convención nacional con la Asociación Española de Papiroflexia. «Fui a tres, son muy divertidas porque te pasas tres días en un hotel y allí todo el mundo pliega (hace figuras) de la mañana a la noche».

En una de ellas asistió a un taller de uno de los mejores expertos del mundo, el canadiense John Wu. «Preguntó qué figura queríamos, le dijimos que un elefante en tres dimensiones con cola y colmillos. Se quedó dos minutos pensando y luego lo plegó al momento. Ese hombre es brutal, cada día crea en internet una figura». Sara Martín muestra el elefante en tres dimensiones de John Wu, que ella misma ha conseguido crear. En una caja de cartón guarda figuras como Yoda de La Guerra de las Galaxias, unicornios, leones, una pareja de cisnes entrelazados, dinosaurios, ángeles, ardillas, pero también figuras de su invención como el cráneo de una vaca, figura clásica de todo desierto que se precie. «La creé en una convención», cuenta. La experta prefiere seguir los diagramas que explican paso a paso cómo crear las figuras antes que los vídeos de internet, «porque no se ven bien».

Para sus figuras suele comprar en la red papel japonés especial. «No hay demanda suficiente y no se encuentra en las papelerías españolas», comenta Sara, que confiesa que practicar papiroflexia «creo que es algún tipo de meditación porque relaja mucho». Y todo con manos, papel y paciencia, «sin tijeras ni pegamento».

Sara se ofrece a adornar otros establecimientos de Málaga y anima a quienes quieran empezar con la papiroflexia «que por la Asociación Española de Papiroflexia (www.pajarita.org) busquen gente de su zona, porque lo mejor es empezar con alguien». Y una última anécdota: en un Festival de Cine Español de Málaga regaló al director Nacho Vigalongo el protagonista en papel de su película Los cronocrímenes. Vigalondo mostró feliz la figura al público del Cervantes.