«Yo no aguanto ir al colegio y no hay otra manera para no ir». La estremecedora carta hecha pública el miércoles por los padres de Diego González en el diario El Mundo ha reabierto un debate en la escuela que, pese a los esfuerzos por reducir los casos, se mantiene a diario en las aulas y en los pasillos de los centros educativos españoles. Diego se quitó la vida tirándose por el balcón de su casa: un quinto piso. A sus once años tomó la decisión fatal porque, como reconoce en su carta póstuma, no aguantaba ir al colegio. Su familia lucha ahora porque la justicia reabra el caso pero son datos que, a todas luces, inquietan.

Todos los padres del mundo confían a diario sus bienes más preciados y que más aman, sus hijos, a los colegios donde reciben formación, instrucción y educación en valores. Y nadie espera un desenlace dramático. El «son cosas de niños» a veces no son solo «cosas de niños». Hay episodios de crueldad extrema, de violencia verbal, psicológica y hasta física, que no son detectados en el centro educativo hasta que puede ser demasiado tarde.

Los conflictos en los colegios o institutos nunca se van a acabar. Lo importante es aprender a minimizar sus consecuencias. Un centro escolar no es una probeta esterilizada en la que el alumnado queda inmune cuando entra por la mañana. La escuela es un microcosmos, un reflejo de lo que pasa en la sociedad. Y, por tanto, muchos de los conflictos que se viven en el interior, en realidad surgen en el entorno, se gestan en el entorno, pero estallan en la escuela. La violencia y el acoso escolar siguen existiendo porque existe la convivencia. Pero como los tiempos cambian, ya se detectan también casos en las redes sociales.

Andalucía pionera

Es una tesis que sigue defendiendo José Antonio Binaburo, profesor ya jubilado y primer coordinador de la red Escuela Espacio de Paz. Andalucía fue la primera comunidad autónoma que estableció un protocolo de actuación en caso de detectar casos de violencia escolar en el centro.

Los centros que se integran en esta red, 415 ya en la provincia de Málaga, buscan la excelencia en la mejora del clima de convivencia por medio de la investigación, la innovación y la elaboración de materiales curriculares sobre convivencia, con el respaldo y compromiso de equipos de profesorado. No quiere decir muchas veces que no se produzcan casos de violencia sino que se resuelven de forma satisfactoria en los propios centros. ¿Cómo se mejora la convivencia en colegios e institutos? ¿Qué herramientas se utilizan?

En Educación el acoso se trabaja de una manera integral y transversal a todas las asignaturas, con los alumnos y desarrollando las habilidades sociales: empatía, asertividad, escucha activa, inteligencia emocional, la resolución dialogada de conflictos o la educación en valores. Cada colegio o instituto lo lleva a cabo de manera particular y lo adecúa a sus características.

Los gabinetes provinciales de asesoramiento sobre la convivencia escolar impulsan y coordinan la aplicación de programas en los centros educativos dirigidos a la mejora de la convivencia y, en particular, a promover la extensión de esta red Escuela Espacio de Paz, que promueve actividades en diferentes niveles para promover la convivencia.

La que lleva más tiempo aplicándose, desde el curso 2002/2003, son las aulas de convivencia. Se trata de espacios que existen en los centros a los que van todos los alumnos que han sido expulsados de clase. Allí son atendidos y se les hace reflexionar sobre lo que ha sucedido, se les explica que su conducta no es la adecuada y se trata de corregir su comportamiento.

También existen las tutorías compartidas, se trata de otra estrategia para mejorar la convivencia en los centros, que consiste en que todos los alumnos con problemas de conducta reciben una atención personalizada por parte de su tutor y de otro más, que le ayuda. Estas tutorías se desarrollan siempre a la hora del recreo y gracias a ellas se aprecia una notable reducción del número de alumnos absentistas.

Alumno ayudante

En algunos centros también existe la figura del alumno ayudante. Son alumnos brillantes que sacan buenas notas y destacan por su comportamiento en clase. Sobresalen, además, porque ayudan a los demás. Por eso, y por su vocación de servicio, son elegidos para que acompañen en los recreos a otros alumnos, quizás más indefensos, que pueden ser víctimas de acoso. Ya no están solos y, por tanto, los episodios de violencia escolar se reducen. En caso de conflicto estos escolares intervienen para que se solucione.

En cualquier caso, los centros educativos firman compromisos triangulares. En estos acuerdos interviene la dirección del colegio o del instituto, el alumno, y la familia del escolar. Que exista una relación estrecha entre el tutor y los padres de los escolares es fundamental para mejorar el clima de convivencia en los centros y reducir los episodios de violencia, sobre todo aquellos que puedan existir entre padres y profesores.

Además, más de 500 alumnos de la ESO reciben cursos de formación al año en los que se les enseña a cómo actuar en caso de conflicto y a ser mediadores entre sus compañeros. Son voluntarios y cuentan con el permiso de los padres. Si se produce una pelea entre dos alumnos, el mediador, que es también estudiante, reúne a las partes en el centro, por la tarde, y aplica técnicas para llegar a un acuerdo.

En estos casos, las niñas no sólo sacan mejores notas que sus compañeros de clase, también se portan mejor. ¿Por qué existen estas diferencias? Una de las respuestas más frecuentes a esta pregunta destaca, con acierto, la ventaja que para ello pueden suponer los tradicionales valores femeninos y la imposibilidad de adaptarse a la escuela con el estereotipo masculino tradicional. Es decir, que en pleno siglo XXI todavía se impone la educación machista que determina que los conflictos se resuelven a través de la violencia, la fuerza y la competencia.

De todos modos, ¿cómo detectar que un alumno puede estar sufriendo acoso escolar si guarda silencio? ¿Cómo se manifiesta? Fuentes de la Delegación Territorial de Educación explican que existen numerosas conductas indicadoras de victimización que pueden ser advertidas por todas las personas que están en contacto con los menores, tanto las familias como cualquier miembro de la comunidad educativa.

«Se pueden producir conductas de ansiedad y trastornos emocionales o afectivos», señalan. También se pueden presentar conductas problemáticas fuera de lo habitual o comportamientos agresivos con los miembros de la familia. Hasta llegar a ignorar los derechos de los demás.

Protocolo

La Consejería de Educación publicó en 2011 (orden del 20 de junio de 2011) un protocolo de actuación ante casos de acoso escolar. El protocolo está difundido y es conocido en todos los centros escolares, y se les invita a que se ponga en marcha ante la más mínima situación, pues es un proceso garantista, más allá de si se concluye que existe acoso real o no.

Este protocolo define las características del acoso escolar, sus tipos y consecuencias, así como las actuaciones que se deben realizar en el momento de ser detectado.

También encomienda a cualquier miembro de la comunidad educativa que comunique al equipo directivo si tiene conocimiento o sospechas de una situación de acoso.

Cuando surge un caso de acoso o conflictividad se trata de solucionarlo en primera instancia en el propio centro a través del equipo directivo y los recursos de los que disponen. Sin embargo, hay casos en los que no se logra.

Entonces, se contacta con inspección educativa y con el Gabinete de Asesoramiento de las Delegaciones Territoriales de Educación, a disposición de los centros para asesorarles en estos temas.

El acoso o bullying tiene distintas manifestaciones, de las cuales posiblemente la más frecuente sea la violencia psicológica, seguida de la verbal y como último la física. La excusa para el acoso acostumbra a ser la diferencia. Las personas con comportamiento agresivo y con tendencia a atacar a otros frecuentemente tratan de justificase a sí mismos, y en este caso se basan en que el acosado es distinto por razones de orientación sexual, religiosas, raciales, de género o de discapacidad.

Del mismo modo, la Dirección General de Participación y Solidaridad en la Educación pone al servicio de los centros y los docentes diferentes materiales para la mejora de la convivencia escolar, según informan las fuentes de la Delegación Territorial.

También, la Junta de Andalucía dispone de un teléfono gratuito de asesoramiento sobre convivencia escolar 900102188.