­La ciencia no avanza sola. También lo hace la sociedad, que va de la mano de los grandes hitos, que en muchos casos han venido a desmontar teorías y prácticas que se aceptaron como habituales y que llegaron a confundirse, incluso, como naturales. Hace años que matronas y estudiosos advierten de que la maternidad ha de ser sencilla, alejarse de bisturís, quirófanos y máquinas complejas si no es estrictamente necesario.

Los hospitales se hallan ahora inmersos en un proceso de retroceso de la medicalización excesiva del parto, habiendo rozado el 30% de nacimientos por cesárea. Los expertos creen necesaria una vuelta a la maternidad más natural. Basta como ejemplo que el ser humano haya llegado hasta aquí naciendo en cuevas, camas de matrimonio o guerras.

Esta vuelta de tuerca a la sanidad, más concretamente a la obstetricia y ginecología, se da ahora la mano con estudios que evidencian que la separación entre el recién nacido y la madre en el momento del parto es, además de artificial, contraproducente para ambos. Hace años que los expertos abogan por el método canguro o piel con piel, una práctica que suele hacerse inmediatamente después de salir del útero y que beneficia aún más la relación entre la madre y el bebé.

El matrón del Hospital Clínico Cristóbal Rengel llevaba años viendo nacer a niños por cesárea mientras se cuestionaba por qué los recién nacidos iban al nido mientras sus madres se recuperaban del trabajo más difícil y gratificante de sus vidas. Por eso, se planteó hacer una tesis sobre el contacto piel con piel del padre con el recién nacido tras una cesárea programada.

Decidió averiguar qué beneficios reportaba al recién nacido y al padre que estuvieran en contacto piel con piel en contraposición con estar en una cuna durante las horas -alrededor de cuatro- en que su madre se recuperaba de la operación y en qué medida multiplicaba las opciones de favorecer la lactancia materna. «Observamos que cuando se hacía el contacto piel con piel los niños estaban más tranquilos, tenían actitudes prealimenticias, buscaban el pezón del padre».

El resultado fue demoledor: si no se hacía el contacto piel con piel el niño tardaba el triple en mamar, de quince minutos a sólo cinco. Esta cifra, mera estadística, sirvió a Rengel y a los profesionales de este centro sanitario a plantearse que los beneficios no sólo redundarían en la lactancia, sino que debían ser múltiples tanto para el bebé como para su padre. Y así fue.

«Cuando se hace el piel con piel el niño termoregula, consume menos energía y tiene menos estrés, que puede tener consecuencias adversas», señala Rengel, que admite que entre las numerosas fuentes bibliográficas que consultó descubrió estudios que decían que el bebé podía reconocer al padre si este había estado muy implicado en el embarazo. No hay que olvidar que los fetos oyen desde la semana 20 de embarazo, lo que favorece el vínculo entre el padre y el hijo antes de nacer si el padre así se lo propone.

El estudio comenzó a hacerse allá por 2012, cuando el Clínico aún no había inaugurado sus nuevos paritorios. Cristóbal Rengel ofrecía a las parejas la posibilidad de participar en el estudio en caso de que se diera una cesárea programada. «Lo cogía casi todo el mundo, aunque al principio me topé con alguna traba en el servicio», recuerda. Un sobre cerrado decía si el niño esperaría la recuperación de la madre en la habitación, piel con piel con su padre, o en el nido. Aún estaba inmerso en la tesis cuando el Clínico inauguró esta zona del servicio y las madres podían recuperarse en quirófano con el bebé piel con piel, así que para los casos de nido tuvo que «mudarse» al Materno Infantil, donde no se hacía y donde no hace el piel con piel paterno tras una cesárea, sea programada o urgente

Además de demostrar el beneficio del piel con piel en la salud del recién nacido y de favorecer la lactancia materna, Rengel observó cómo los padres se sentían más empoderados y responsables del hijo recién nacido. Para este histórico matrón, la conclusión de su tesis fue más que abrumadora: «Si la madre no puede, el padre tiene un papel importante con el que debe romper esa separación. El contacto piel con piel está más que demostrado, tiene beneficios para todos», sentencia.