Siete años y nueve meses después de la muerte de Lucía Garrido en su casa de Alhaurín de la Torre, la detención de su presunto asesino ayer en Mijas respalda la teoría del crimen por encargo por el que su expareja, M.A.H., fue imputado en 2013 por homicidio y malos tratos continuados. Esta acusación fue posible tras una segunda investigación que el juez encargó a la Policía Nacional al detectarse vinculaciones entre el sospechoso y los agentes de la Guardia Civil que investigaron el crimen en primera instancia y sin ningún resultado hasta su archivo en abril de 2009.

En cambio, el informe del Grupo de Homicidios de la Comisaría Provincial de Málaga pronto arrojó resultados que se apoyaban en la existencia de cuatro denuncias previas por malos tratos y amenazas a su expareja o la obsesión por recuperar la vivienda familiar que ella ocupaba por decisión judicial para utilizarla como depósito de animales decomisados por el Seprona, la unidad del instituto armado en la que él tenía varios contactos. La Policía Nacional no tardó en reunir testimonios que evidenciaban que M.A.H. odiaba a la víctima, que conocía a personas que podían ejecutar un crimen y que no dejaba de repetir en su entorno que lo haría. Los investigadores, que lo señalaron como el inductor del crimen, también destacaron las «acciones incomprensibles» que realizó para asegurarse una coartada, como el esfuerzo que hizo para que las cámaras de seguridad le grabaran o todos los tickets que recogió en distintas gasolineras durante su viaje a Castellar de la Frontera (Cádiz) el día de los hechos. Sobre el crimen, los agentes argumentaron que el asesino conocía a la víctima o, de lo contrario, contaba con mucha información sobre sus rutinas. Incluso con una copia de la llave de la puerta que da acceso a la finca. El informe añade que debieron esperarla en el lateral de la vivienda y que, entre las 13.15 y 14.45 horas del 30 de abril de 2008, fue apuñalada, golpeada en la cabeza con un ladrillo y arrojada a la piscina en la que murió ahogada. El sicario tuvo tiempo de sustraer el móvil de Lucía y, según alertó su familia, la carpeta en la que guardaba las denuncias y otros documentos sobre su expareja. Según ha podido saber La Opinión de Málaga, una huella que el presunto autor dejó en la escena del crimen ha permitido ahora su identificación «gracias al avance de las técnicas desarrolladas por el Servicio de Criminalística de la Guardia Civil», según explicó ayer el cuerpo en un comunicado. Un grupo de agentes del Servicio de Asuntos Internos procedente de Madrid detuvo ayer en Mijas al propietario de esos restos, de origen español, después de recibir unos resultados pendientes de ADN.

Un año después de la muerte de Lucía y apenas un mes antes de que se archivara el caso, otro episodio violento implicó a M.A.H., esta vez de forma directa y otra vez en Los Naranjos, donde se instaló apenas un mes después de la muerte de su exmujer. Fue en abril de 2009, cuando abatió a tiros a dos colombianos que supuestamente iban armados cuando saltaron la valla de la finca. El caso fue investigado por los mismos agentes de la Guardia Civil que provocaron el sobreseimiento del crimen de Lucía y también se archivó, aunque el instituto armado aseguró ayer que el Juzgado de Instrucción número 10 de Málaga tiene un procedimiento abierto. M.A.H. también fue detenido en 2010 junto a varios guardias civiles en una operación contra el narcotráfico.

Durante la investigación del crimen de Lucía, la Guardia Civil también detectó irregularidades en el Seprona de Málaga, lo que llevó a Asuntos Internos a detener en febrero del año pasado al capitán A.G.O., exjefe de este grupo durante muchos años en la provincia y que fue acusado por sus propios compañeros de los presuntos delitos de falsedad documental, omisión del deber de perseguir delitos, tráfico de influencias y falso testimonio cuando era teniente, como adelantó este periódico días después.