Aún sin saber si el Congreso de los Diputados va a echar a andar algún día, Ciudadanos ha estado trabajando en dos frentes para despejar el horizonte inminente de un futuro incierto. El primero, relacionado con la organización interna de su grupo parlamentario y el segundo, infinitamente más complicado, en seguir mediando entre PP y PSOE para ver cómo se puede avanzar en la constitución de un Gobierno. En el reparto de responsabilidades dentro del grupo de Ciudadanos, formado por 40 diputados, la elegida por Málaga, Irene Rivera, ha logrado acumular un peso relevante dentro de la formación naranja al hacerse con sendas portavocías y otra adjunta. Rivera, que encabezó la candidatura de Ciudadanos en la provincia, será portavoz de su formación en la Comisión de Turismo y en la Comisión sobre Seguridad Vial y Movilidad Sostenible. Además, ejercerá también como vocal en la Comisión de Industria, Turismo y Comercio. La disparidad en la relevancia de los diputados dentro del propio núcleo parlamentario de Ciudadanos la evidencia el segundo diputado por Málaga, José Calle, que sólo formará parte como vocal en la Comisión de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente.

Rivera, que se mostró especialmente ilusionada por ser la voz cantante de su formación en turismo, destacó también la importancia que pueda tener para Málaga el hecho de que sea «la única portavoz andaluza dentro de la comisión». Debido a su pasado en la Dirección General de Tráfico (DGT), según explicó, también se perfiló como la persona idónea para abanderar los temas de seguridad víal y movilidad sostenible. Aquí, quiere ejercer su influencia, sobre todo, a la hora de diseñar las campañas específicas que lanza la DGT. Como portavoz en la comisión de Fomento, Rivera aseguró que luchará por sacar adelante la conexión intermodal entre puerto, aeropuerto, PTA y la estación de trenes.

Casos de corrupción. Aunque Rivera siga insistiendo en el papel de Ciudadanos como intermediario entre PP y PSOE, al considerar que ambas formaciones «son incapaces de sentarse en una misma mesa», admite que los últimos casos de corrupción suponen un obstáculo añadido en las negociaciones. A pesar de todo, Rivera no quiere ni oír hablar de unas posibles nuevas elecciones y señaló que supondrían un «fracaso estrepitoso».