Los síntomas de ansiedad y depresión generan por sí mismos una disminución del rendimiento cognitivo que en algunos casos pueden simular el inicio de una demencia. El Dr. Carlos Sánchez Menéndez, dentro de su actividad médica diaria, se dedica con especial atención a la orientación diagnóstica y terapéutica de este tipo de pacientes.

Buenos días Dr. ¿Qué relación existe entre la depresión y la demencia?

La depresión moderada-grave así como los estados de ansiedad significativos generan una disminución de la capacidad de concentración, atención y memoria. Además, la tristeza, la apatía y la anhedonia provocan en el paciente un desinterés global, una pérdida de estímulos y con frecuencia una evitación socio-familiar y de actividades de ocio, también frecuentes en los procesos demenciales.

Desde siempre se ha asociado la Demencia a 'la locura'. ¿Qué queda de eso hoy en día?

Afortunadamente queda poco y cada vez menos. La mayoría de los tipos de demencia acaban generando alteración de conducta en algún momento de su evolución, eso es lo que generó desde hace varios siglos que se asumiera el término demencia como una pérdida global de las facultades mentales y del juicio o razón. En la actualidad sabemos que es un proceso mucho más complejo y amplio desde el punto de vista neuropsiquiátrico.

Existen distintos tipos de Demencia. ¿Qué importancia tiene un diagnóstico definitivo?

El diagnóstico definitivo de las demencias sólo es posible realizarlo postmortem, a través de una biopsia del parénquima cerebral. Por tanto, tenemos que realizar una profunda exploración clínica de nuestros pacientes y un adecuado diagnóstico diferencial, ya que es la propia clínica de cada demencia la que nos va a permitir asumir frente a qué tipo de demencia nos encontramos. Pruebas complementarias de imagen (RMC y TAC) y función (PET y SPECT) cerebral junto con una exploración neuropsicológica bien realizada nos permiten en la mayoría de los casos aproximarnos con certeza al diagnóstico.

Para ello supongo que tendrá que trabajar en concordancia con otros especialistas?

Por supuesto, un equipo multidisciplinar formado por neurólogos, psiquiatras formados específicamente en neuropsiquiatría, neuropsicólogos y personal de enfermería cualificado es de vital importancia para realizar una buena labor asistencial.

El paso del tiempo es una herramienta importante a la hora de confirmar el diagnóstico. ¿Qué plan de seguimiento suele tener con sus pacientes?

Poder realizar un seguimiento clínico estrecho es algo fundamental así como poder contar con la presencia de cuidadores y familiares que aporten información relevante. Como médico, estoy obligado a partir desde una sospecha o impresión diagnóstica inicial que me permita realizar un primer abordaje terapéutico y complementar el estudio con coherencia y rigor científico. No obstante, dedico una parte importante del tiempo a explicarle a la familia del paciente que, debido al propio proceso neurodegenerativo de la enfermedad, no podemos anticiparnos al futuro.

¿Cuál es su opinión sobre las residencias o centros específicos para los pacientes?

No hay nada más triste para una persona que perder su autonomía, su libertad al fin y al cabo. Las demencias no entienden de rango social o económico, tampoco de capacidades intelectuales o formación académica o profesional. "Somos cerebro", y todos estamos en riesgo de padecerlas. Dar el paso al internamiento de nuestros pacientes en centros privados, es en muchísimos casos una muy buena opción a tener en cuenta por la familia. En estos centros suele haber personal muy cualificado, se atienden a las demandas básicas así como orientación específica para estos trastornos. Las dificultades a muchos niveles que genera un paciente de estas características, sólo lo conocen los que lo viven en primera persona. En mi opinión hay que desestigmatizar las residencias, y llegado el momento y de forma consensuada, plantear el buscar la mejor opción para el paciente y su familia.

¿Qué papel tiene exactamente el psiquiatra en estos casos?

Durante muchos años los neuropsiquiatras se hicieron cargo del diagnóstico y tratamiento de las demencias. Con el avance de las técnicas, la neurología asumió en gran parte la responsabilidad profesional de estos pacientes. La realidad es que, por desgracia, una vez que la enfermedad comienza a avanzar, el objetivo terapéutico se centra en tratar de frenar el deterioro cognitivo, pero sobre todo en el control de las alteraciones de conducta y afectivas tan características de los distintos estadíos de las demencias. Por tanto, es ahí, donde el papel de un médico psiquiatra con formación específica en neuropsiquiatría o psicogeriatría, se vuelve especialmente relevante.